El empuje-a-la-mujer es una expresión de Lacan utilizada en “El atolondradicho” en 1972 a propósito del caso Schreber, esclarecido y teorizado detenidamente por él en 1958 en su “Cuestión preliminar”. En el texto de 1958, no se trata el tema del empuje-a-la-mujer. Lacan da cuenta de la transformación en mujer de Schreber redefiniendo el complejo de Edipo por la forclusión. Cuando introduce el empuje-a-la-mujer, esta fórmula está acompañada por las fórmulas de la sexuación donde está escrito L/a mujer no existe. ¿Qué es entonces este empuje hacia lo que no existe? Se tratará de retomar los desarrollos y considerar los usos actuales que podemos hacer de la fórmula.

De la disolución de la identificación imaginaria a ser la mujer

Ocho años después de su primera enfermedad, poco después de haber recibido su nominación a la presidencia de la corte de apelación, todo tipo de sueños agitan las noches de Schreber. Una mañana surge la idea hipnopómpica: “que debía ser una cosa singularmente bella el hecho de ser una mujer en el momento de someterse al apareamiento”2, y subraya que ”es una idea tan extraña a su naturaleza” que, si se le hubiera ocurrido estando plenamente consciente, la habría rechazado con indignación. Su toma de posesión del cargo coincide con insomnios, con fenómenos cenestésicos y auditivos, con la sensación de muerte inminente, y de ideas suicidas puntuadas por varias tentativas de suicidio.

Lacan subraya la primera de la serie, sobrevenida en el domicilio de su madre, como testigo de la disolución de la identificación por la que había asumido el deseo de la madre hasta entonces3. Y añade: “sin duda la adivinación del inconsciente ha advertido muy pronto al sujeto de que, a falta de poder ser el falo que falta a la madre, queda la solución de ser la mujer que falta a los hombres”

El alma sin el órgano

En febrero de 1894, tiene lugar la conexión de los nervios, El Otro le habla. El fallo que trastorna el orden del universo de Schreber introduce la posibilidad de volverse amo del alma de un hombre viviente para gozar a través de una conexión de nervios divinos. Schreber tiene tratos desde entonces con un Otro del mensaje y del goce que estragan su cuerpo. Es el momento en el que aparecen los “personajes hechos a la ligera” de los que el primero parece ser el de su mujer. Correlativamente al desencadenamiento del “hablar de nervios” una significación se impone. Schreber se convierte en el objeto de un complot que tiene como objetivo entregarlo a un hombre, Flechsig, en cuerpo y alma. Según un plan que resultará divino, su alma lo abandonará y su cuerpo cambiado en un cuerpo de mujer debe ser entregado con miras a los abusos sexuales para ser a continuación simplemente “dejado caer”, es decir, sin duda abandonado a la putrefacción4.

En el momento de la redacción de sus Memorias, le viene a la mente que el proyecto divino era “perpetrar sobre él el asesinato del alma y entregar su cuerpo a la subasta como el de una prostituta femenina”. Estos estragos revestirán un aspecto tan terrorífico y mortal que persistirá la posición de indignación de Schreber respecto del proyecto de Entmannung, de eviración. La amenaza de eviración concierne al ser del sujeto en tanto que condenado a ser mujer. Lacan en Aún, al retomar la perspectiva aristotélica precisa “que el alma no es otra cosa que la identidad supuesta del cuerpo, con todo cuanto se piensa para explicarlo”5. La eviración no connota la castración sino su falla.

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