Al hablar de ideal, de la asunción del “tipo ideal de su sexo”, Lacan situó, muy precozmente en su enseñanza, la dimensión de lo imposible en el advenimiento del ser hablante a la sexuación, en el advenir hombre o mujer. La sexualidad femenina pone especialmente de manifiesto la dimensión de lo imposible en la sexuación del ser hablante. Freud lo abordó como dificultad cuando desgranó los avatares por los que debe pasar una niña para convertirse en mujer. Rompiendo con la idea de la determinación biológica de la asunción de uno u otro sexo, Freud plantea el acceso a la feminidad (o a la masculinidad) como un trabajo que, pasando por el Otro, requiere un tiempo, marcado por distintas escansiones, avances, retrocesos y, finalmente, algún tipo de conclusión. En este trabajo subjetivo el cuerpo es un elemento esencial, pero a qué título interviene es algo que en absoluto constituye una obviedad. Así, la polémica frase de Freud «la anatomía es el destino» no debe leerse como determinación biológica, sino en lo que el destino tiene, por un lado, de problema ineludible, y, por otro lado, de referencia a un ideal orientador con respecto al cual el sujeto no tiene más remedio que situarse. Pero, sobre todo, se trata de la dimensión problemática que tiene, para el ser humano, la obligación de arreglárselas con el cuerpo que le ha tocado en suerte. Sabemos que eso no siempre es fácil y no está exento de sufrimientos, consentimientos y rechazos1.

El término de sexuación, introducido por Lacan, desborda los términos conceptuales en los que Freud llegó a plantearse el problema y va más allá incluso de lo que el propio Lacan había subsumido en una época de su enseñanza bajo la noción del papel regulador de los ideales (los del tipo de cada sexo). La sexuación es una operación cuya relación con las identificaciones a cada uno de los polos de la sexuación no es una relación directa o unívoca. Identificación y sexuación se articulan en una lógica de exclusión interna que va de la extimidad de la identidad sexual al rechazo de la esperanza de la elección sin Otro. En todo caso, la sexuación trata de aquella dimensión de la asunción del sexo no subsumible por ninguna operación de identificación, incluso a contrapelo de la identificación como señaló Lacan2. De hecho, la sexuación en cuanto tal apunta más bien a la relación del sujeto con el goce.

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