… hemos de comenzar a amar para no enfermar y enfermamos cuando una prohibición interior o exterior nos impide amar.
S. Freud, Introducción al narcisismo, II.

 

Preludio

Si bien es algo complicado, es necesario sacarnos de la cabeza el binarismo que rigió la mayor parte de la enseñanza de Lacan -neurosis/psicosis, histeria/obsesión, síntoma/fantasma, hombre/mujer- para pasar a la práctica regida por la ultimísima enseñanza de Lacan, en la que él abandona dicho binarismo para situar la práctica analítica a partir del unarismo del goce, que lo conduce al más allá de la sexuación.

Se pasa así de la clínica del sujeto a la del parlêtre, de la preeminencia del lenguaje a la de lalengua, de la clínica de los síntomas a la del sinthome, que remite al cuerpo que se goza solo, y que se centra por fuera de cualquier universal en la singularidad del goce de cada parlêtre.

Es así que Lacan se interroga por aquello que hace lazo entre esos seres hablantes cuyos cuerpos gozan de manera autista. Y si bien él siempre pensó ese lazo, con Freud, por la vía del amor, ya no se trata aquí del amor narcisista que no saca a nadie de sí mismo sino de un ‘nuevo amor’.

¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?

Tal como lo afirmaba Freud en la frase del acápite, el psicoanálisis, así como la vida, se centran en la capacidad de amar.

Por eso tanto él como Lacan se interrogaron a lo largo de su enseñanza por el tema del amor, en tanto lo que hace lazo entre los seres hablantes.

Recordemos que Freud introduce el amor por la vía de la transferencia, ya que todo amor para él es de transferencia, amor de transferencia al que Lacan sitúa en la dimensión imaginaria. Pero Lacan formaliza también la dimensión simbólica del amor como resorte del amor de transferencia por la vía del SsS, ya que al que le supongo saber lo amo.

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