La lógica del no-todo femenino permite leer lo femenino más allá del posicionamiento del sujeto con relación a la sexualidad y comprender que el goce femenino es, finalmente, el goce del cuerpo en tanto tal. Esta nueva brújula, introducida por Miller, comporta consecuencias fundamentales para la práctica del psicoanálisis.
Perspectivas
Me preocupa que el psicoanálisis pueda producir un saber a la altura de las transformaciones de la clínica. De nada sirve el saber referencial cuando se convierte en un saber muerto del que aprendemos bien la lección, pero que no sirve para la práctica analítica. Al igual que en la época de Freud, el campo de la sexualidad sigue siendo la zona privilegiada que pone a prueba el saber constituido y nos confronta con el borde del agujero en el saber.
El punto que me interesa abordar es la doble perspectiva de la lógica del no-todo introducida por Lacan. En primer lugar, sus incidencias para pensar los avatares en la relación entre los sexos y, de manera más general, el posicionamiento subjetivo respecto de la sexualidad. En segundo lugar, sus implicancias pragmáticas si extendemos el no-todo al campo del goce en tanto tal y, como consecuencia, a la clínica en general.
Tanto más importante resulta este tema si tomamos en serio la afirmación de Lacan en su «Nota italiana» donde plantea que el analista surge del no-todo. Sin embargo, no cualquiera se autoriza a hacerse analista. En este punto, el análisis es necesario, pero no suficiente. Hay que dar pruebas. Lacan dice: «Sólo el analista, es decir no cualquiera, se autoriza únicamente por sí mismo. Los hay, ahora hecho está: pero es porque ellos funcionan»1Es allí donde puede leerse que el analista ex-siste, sin tener ninguna otra consistencia más que su acto, con el que hace funcionar el discurso analítico. Se evidencia que la lógica del no-todo es utilizada por Lacan para situar la relación del sujeto analizante con el goce que lo concierne, más allá del sentido sexual, habiendo atravesado la causa fantasmática de su propio horror. Se agrega entonces una tercera perspectiva: la incidencia de la lógica del no-todo en la formación del analista.