Texto de Nicola Purgato

Sabemos, porque ella misma lo cuenta, que Temple Grandin visitó la consulta de varios “psi” durante su infancia y juventud:*

Los psiquiatras y los psicólogos me sirvieron de bien poco. Estaban demasiado ocupados intentando psicoanalizarme y descubrir mis misteriosos y profundos problemas psicológicos. Un psiquiatra creía que, si podía encontrar mi ‘lesión psíquica’, me curaría.1

También Donna Williams, que acudió durante muchos años a la consulta de una psiquiatra a la que había conocido de joven, si bien reconoce, por un lado, que ella ha “representado la influencia mental más importante en mi vida”, por otro, nos confiesa el perjuicio provocado por cierta rigidez del setting:

Trataba de llegar a ella para que ella pudiera llegar a mí, pero Mary se quedó en su lugar y trató de hacer que me diera cuenta de que esto tenía que ser de acuerdo con su reglas. De lo que no se daba cuenta era de que, al establecer estas reglas básicas, estaba enviándome el mensaje de que mis esfuerzos por salir no eran suficientemente buenos. Parecía desafiarme a competir a su propio nivel. Yo sólo podía hacerlo mentalmente desligada de mis emociones. Ambas estábamos chocando contra muros de piedra.2

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