Hay cuatro discursos. Cada uno se cree la verdad. Solo el discurso analítico es una excepción. Sería mejor que éste domine –se concluirá– pero justamente este discurso excluye la dominación, en otras palabras, no enseña nada. No tiene nada de universal, por eso no es materia de enseñanza.

¿Cómo hacer para enseñar lo que no se enseña? En esto precisamente Freud se abrió camino. Él pensó que nada es más que sueño, y que todo el mundo –si es lícita semejante expresión– es loco, es decir, delirante.

Esto es lo que se demuestra en el primer paso hacia la enseñanza.

Pero falta demostrarlo. Para eso cualquier objeto es bueno, este se presenta siempre mal. Es decir, que hay que corregirlo.

Las matemáticas sirven para eso: corregir el objeto. Es un hecho que las matemáticas corrigen y que lo que corrigen es el objeto mismo.

De aquí mi reducción del psicoanálisis a la teoría de los conjuntos.

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