¿Desde qué lugar hablar en estos momentos en la Escuela?

He sido convocada como AE para estas Jornadas. Pero, a partir de la crisis del Pase que pone en cuestión qué esperar de esta función, autorizarse a tomar la palabra desde ahí no resulta fácil.

Pero se trata de aceptar que la Escuela divide y nos saca del aislamiento del Uno poniéndolo al trabajo con otros.

Esto ha tenido su proceso, pues al principio, cuando se multiplicaron las voces que pedían a los AE ¡Interpretar la Escuela! -como si de dicha interpretación dependiera el futuro de la ELP, y de la falta de ella su desastre-, me cayó como un mandato que venía a irrumpir e interrumpir el trabajo de elaboración en el que estaba inmersa. Resonaba con el imperativo: ¡Habla!, que me abre al abismo, dejándome muda. Ante la demanda del Otro, confrontada a mi falta de respuesta, la angustia.

Pero ya no se trata de caer al pozo, ni de dar vueltas en torno a él, o de «irse, perdida y sola» para no verlo, sino de ponerse a trabajar a partir de él y no consentir al mutismo del goce, dejando que el no-saber agujeree el silencio, y poder comprobar, una vez más, que lo irresoluble ya no es insoportable, porque no es una boca devoradora amenazante, sino ese traumatismo éx-timo que constituye y conforma lo vivo de cada ser hablante.

Así que, para mí, se trató de reactivar la pregunta por la función del AE.

Por un lado, es dar cuenta y demostrar el final de un análisis lacaniano. Verificarlo, elaborarlo y poder ir más allá de la satisfacción obtenida, y, con ello, sostener la tesis lacaniana de que el resto incurable se puede cernir, se puede hacer con él y ponerlo al servicio del psicoanálisis. Esto se hace encarnando esa demostración con la experiencia propia.

Indudablemente, no es un «dormirse en los laureles», no es complacerse con el éxito obtenido; no es la finalidad cuando se demanda el pase a la Escuela, todo lo contrario, es exponer a cielo abierto el resto de goce que no hace relación y, sin embargo, hacerlo público, interrogable, criticable, cuestionable. Es dirigirse a un Otro al que se le otorga la autoridad de responder, a la vez que se sabe que le falta el significante último.

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