Informe del Comité de acción de la Escuela Una. Amelia Barbui, Victoria Paz, Iván Ruiz, Andra Zelaya Animador: Ana Lydia Santiago

El uso de lo virtual en psicoanálisis se difundió, en los últimos dos años, como una práctica en consonancia con la era digital, dominante en el estado actual de la civilización. En ese período, gran parte de los analistas miembros de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) comenzó a hacer un extenso uso de los instrumentos multimedia. Es la razón por la cual podemos tomarlo como un genuino laboratorio experimental del que se pueden extraer aprendizajes respecto a su impacto2sobre el psicoanálisis mismo.

Al poner en cuestión estos usos en la experiencia analítica, la propuesta de Jacques-Alain Miller y Angelina Harari para el Comité de acción de la Escuela Una constituye, por lo tanto, una oportunidad única para interrogar, a la luz de la enseñanza de Lacan, la presencia de estos objetos técnico-virtuales en la esfera de las Escuelas de la AMP. Ante la ausencia de lecturas más profundas sobre la actualidad clínica de este problema, fue necesario recoger un vasto campo de observaciones críticas que los analistas extraen de experiencias en las que lo virtual es un componente importante.

El motor propulsor del uso a gran escala del psicoanálisis virtual fue la crisis que se ha instalado en el planeta a partir de noviembre de 2019, con el surgimiento de una peste viral altamente contagiosa y mortífera. La imposición de medidas de emergencia para aislar y restringir la interacción social ha obligado a personas de todo el mundo, ya adaptadas a la llamada desconexión,3a recurrir a encierros, cierres de fronteras y prohibiciones de viajes. En la esfera de la experiencia analítica, estas consecuencias recaen sobre los desplazamientos del paciente para encontrar a su analista. Lo virtual aparece, por lo tanto, como un recurso para tratar e incluso suplantar este obstáculo para la realización del acto analítico.

La difusión y la accesibilidad a estos objetos técnicos vuelven la interacción humana permeada por lo virtual, un hecho común y banal. En vista de esto se indaga también si no habrá llegado el momento de que se produjera un contacto remoto en tiempo real entre el analista y el analizante. ¡Para ello bastaría con activar la función compartir carpetas instantáneas entre dos puntos, vía internet, conectando el dispositivo del analista con el de su paciente! Como sabemos, es evidente, para la reflexión de los especialistas, que la experiencia digital se caracterice por la desterritorialización, es decir, por «no estar presente».4Se trata entonces de preguntarse por las condiciones de la experiencia que se dan a través de esta modalidad de interacción. Si la vida en línea implica que las personas están desvinculadas de un arraigo espacio-temporal, ¿cuál es el efecto de este «no estar presente», o del «desprendimiento (trad. libre) del aquí y ahora»,5para el encuentro virtual con el analista? Finalmente, para la práctica lacaniana, es insuficiente postular que lo virtual se establece en línea con la «subjetividad de su época».6

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