Indiscreto inconsciente de Antoni Vicens es un libro especial y sorprendente, original, que en una biblioteca deberíamos poner en la estantería de los libros escasos. Tiene muchos méritos, pero empezaremos por el más relevante para nosotros. Es un libro lacaniano. Esto quiere decir que inventa, que produce algo nuevo, que es hijo del lema kantiano “sapere aude”, atrévete a saber. Es una incursión en la política con las herramientas del psicoanálisis lacaniano, o quizás con la herramienta del psicoanálisis lacaniano, la que nos enseña a leer el goce. Aunque no se diga explícitamente, el libro transmite la orientación de Jacques Lacan que encontramos en el Seminario 17 El reverso del psicoanálisis:

“Sólo es factible entrometerse en lo político si se reconoce que no hay discurso, y no sólo analítico, que no sea del goce, al menos cuando de él se espera el trabajo de la verdad.”

Vicens no se desvía un ápice de esta indicación. De manera que la incursión en la política parte del análisis de los significantes principales de su argumento, a saber, república, estado, policía, fascismo, que son tomados para descifrar qué goce anida en cada uno de ellos.

Es un libro lacaniano, es decir, no es un tratado de política, pero sí un estudio de lo que supone la divisa “el inconsciente es la política”. En efecto, el primer capítulo está dedicado a descifrar esta cuestión, que también podemos explicitar con la siguiente pregunta: ¿Cómo hablar de política desde el psicoanálisis? Así, pues, empieza Vicens de forma tácita en el primer capítulo, “La ciudad dividida”, donde se aborda la cuestión de la división, fundamental para el sujeto del inconsciente y reprimida en el ser de la política. Por eso, Vicens dirá que cualquier intento en política que apunte al Uno no puede más que llevar al fascismo. De este modo, no rehúye indagar en las paradojas de lo imposible, es decir en lo real. Rescato una cita que indica el camino que toma el autor: “El Estado aparece como un esfuerzo constante para reprimir por los medios que sea la realidad del sujeto dividido. De tal modo que, así las cosas, el Estado va en contra de aquello que lo hace existir. La cosa no tiene remedio, y el Estado evita difícilmente la violencia” (pp. 19-20). Un argumento breve y preciso y de rabiosa actualidad, si se me permite decirlo. En este primer capítulo, pues, se sitúa el encuadre de lo que se va a desarrollar en adelante. A saber, la tensión entre el Estado que quiere hacer Uno del sujeto dividido y el Uno del goce, así como su abordaje desde diferentes autores y distintas disciplinas, la literatura, la filosofía, la ciencia política.

En el capítulo siguiente, “La policía”, encontramos lecturas de Hegel, de Foucault, pero también de Poe. Sin embargo, es especialmente destacable el análisis de la “policía sin Otro” en la figura de Eugène-François Vidocq, un personaje que inventa lo que Vicens llama una “policía topológica, no la del espacio urbano, sino la de sus agujeros” (p. 53). “Este hombre—contemporáneo de Hegel—, fue el creador de la otra policía, aquella que observa la vida urbana no como un escenario geometrizable, sino como la sede de una multiplicidad de goces circulando” (p. 54). Se trata de esa policía oscura que tan bien sirve al Estado y que sabe actuar precisamente desde esos agujeros. A pesar de ser un hombre del siglo XVIII, la actualidad de los métodos de Vidocq es absoluta, más ahora que la técnica ha propiciado eficaces herramientas para la topología de los agujeros. Pero el capítulo termina con una definitiva ironía, puesto que es de la obra de Jean Genet Diario de un ladrón de la que va a hablar para dejar dicho que no hay policía que valga cuando se trata de la pulsión. Y es que hay algo que hermana al policía y al ladrón: su virilidad, Genet dixit. Vicens lo afina: el goce perverso.

El atractivo título del volumen encuentra su desarrollo en el capítulo siguiente, “La discreción”. Desde luego, el inconsciente es indiscreto allí donde hubiera indiscreción. Siempre habla y siempre más de la cuenta. Un análisis procura al analizante el marco para el goce de la indiscreción, para que el inconsciente hable, pero sobre todo para que pueda ser escuchado por quien debe recibir su mensaje, en primer lugar el propio analizante. Así, un análisis va tornando al analizante progresivamente discreto. En otras palabras, le va enseñando a hablar: “Para ejercer el poder del habla hay que saber danzar su canción, que depende de quien escucha” (p.78). Este formidable capítulo une a Sade y al Estado con Gracián y la discreción. Imperdible.

El último capítulo está dedicado al fascismo. Quizás porque es la palabra con la que nos quiere dejar Vicens para recordarnos lo que fue el horror del siglo pasado y lo que perdura en nuestro siglo. La primera frase, entonces, se torna en advertencia: “Cuando el capitalismo domina las relaciones humanas, el fascismo es un síntoma posible de la política” (p. 85). El fascismo es la pura pulsión de muerte, el odio a la vida, el fin de la política, la represión de lo femenino. Vicens lo analiza pasando por Italia, Alemania y España. Nos deja con ello. Su incursión en la política termina con lo que supondría su liquidación. Hay que estar alerta, es lo que nos enseña el psicoanálisis. Alerta a la pulsión de muerte que habita en el alma de la civilización.

Vicens es original en el fondo y en la forma, en su manejo de las referencias cultas, literarias, filosóficas, psicoanalíticas, políticas. Pero también en el contenido. No nos equivoquemos, no estamos ante un estudio histórico, ni ante un estudio desde el psicoanálisis de lo que fue. Se trata de una reflexión profunda y atrevida sobre nuestro tiempo. Indiscreto inconsciente discretamente nos habla de hoy: del Estado, de la policía, de la pulsión de muerte que se despliega ante nuestros ojos, a veces sin que lo sepamos ver. Vicens ha sacado sus conclusiones de la lección de Poe: “El cuento de Poe nos enseña que esconder no quiere decir hacer invisible algo, sino hacerlo inmirable” (p. 51). Por el contrario, Vicens nos invita a mirar, pero para ello era necesario un estilo discreto. Sin duda, Indiscreto inconsciente es una carta esperando llegar a su destino.

Indiscreto inconsciente, Antoni Vicens, Grama ediciones, Buenos Aires 2021.

Neus Carbonell

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