“El inconsciente tiene que ver ante todo con la gramática”1.
Jacques Lacan

“HAMM: Clov!
CLOV: (impatiently) What is it?
HAMM: We’re not beginning to… to… mean something?
CLOV: Mean something! You and I, mean something!
(Brief laugh)
Ah that’s a good one!” 2.
Samuel Beckett. Endgame.

 

El intento por vencer los límites del lenguaje es un esfuerzo casi palpable en la obra de Samuel Beckett. Casi tan palpable como el constante fracaso ante semejante proyecto. Lo interesante es que su fuerza viene precisamente de ahí, de ese fracaso recurrente ante el que Beckett no se rinde. Es más, una suerte de irreverencia llena de vida ante este fracaso es lo que le permite seguir avanzando y no detenerse cuando vuelve a producirse.

Pero su posición en este punto no es la de un conformista, Beckett no se queda de brazos cruzados aun sabiendo que no es posible la abolición de todo el lenguaje y de todo sentido, sino que decide seguir avanzando en la dirección de su “literatura de la despalabra”3 que apunta a rasgar su propia lengua como un velo para acceder a lo que hubiera detrás: “[o]jalá llegue el momento” dice en la “Carta alemana”, escrita en 1936, “en el que el lenguaje sea usado del modo más eficiente allí donde se abuse de él del modo más hábil. Puesto que no podemos eliminarlo de una vez al menos no queremos omitir nada que pueda contribuir a su descrédito. Hacerle un agujero tras otro hasta que lo que se esconde detrás, sea eso algo o nada, comience a filtrarse… No puedo imaginarme ningún objetivo más alto para el escritor de hoy”4.

Tremenda empresa –la eliminación del lenguaje– le lleva a pensar en el silencio como la tierra prometida, lugar al que se podría llegar finalmente y en el que se descansaría de tanta palabrería, de tanto sentido, sentido y más sentido. Beckett, lejos de retroceder ante ese imposible, lo toma como guía, haciéndose un desengañado de ese real, para avanzar, con la escritura, en dirección a la filtración de lo que hay detrás de las palabras una vez no existe la sintaxis y las significaciones. Ante esto, no se detenía, siguió avanzando, aunque no quisiera: “I could write more texts like the ones in Têtes-mortes (Death’s-heads). But I don’t want to […] Each time there has to be a step forward … Writing has led me to silence… Yet I must go on… I am up against a wall, but I have to move forward. It’s impossible, isn’t it? Yet you can still move forward, gain a few miserable millimeters”5.

Para llegar ahí y seguirse moviendo hacia adelante (go on, es la expresión que usa en inglés) uno de sus recursos consiste en dinamitar la sintaxis del lenguaje. Lo esperable, con Beckett, nunca llega, se rompe en algún inesperado lugar de la frase. El sentido establecido y de cierta manera inherente a la lengua que hablamos, al discurso en el que estamos, se quiebra y deja al lector ante un vacío, inmediatamente después de que experimenta la no llegada del sentido que, a priori y aun sin saberlo, esperaba. Es lo que sucede, una y otra vez, en piezas de teatro como Waiting for Godot o Endgame:

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