Sobre una experiencia siempre novedosa

En su Diccionario de filosofía, Ferrater Mora define a la paradoja desde su etimología explicando que significa “contrario a la opinión recibida y común”1. Efectivamente, si Cómo terminan los análisis lleva por subtítulo Paradojas del pase, es porque en él, Jacques-Alain Miller nos muestra cómo el dispositivo del pase, que Lacan creó para verificar el pasaje de analizante a analista, va contra toda opinión recibida y común. En primer lugar, por la inversión lacaniana del, llamado por la IPA, análisis didáctico; en segundo lugar, porque propone un modo de evaluación que establece de manera inédita una disyunción entre saber y poder ya que “evaluar en términos de poder (en el sentido de capacidad) es diferente de evaluar en términos de ser”2, lo que deriva nada más ni nada menos que en la separación de gradus y jerarquía; en tercer lugar, porque instala a la institución, la Escuela, en el corazón de la experiencia analítica contra toda intervención periférica, pues no se trata de “autentificar un ejercicio suficiente de la práctica, sino de autentificar un momento interno al análisis del sujeto”3, “devenir analista no tiene nada que ver con el hecho de ejercer un oficio, sino que caracteriza una posición que se alcanza en al análisis mismo del sujeto”4.

Pero también las paradojas del pase se asientan sobre otra fundamental que es la de la relación entre el psicoanálisis y la ciencia claramente elucidadas por Miller en varios de los trabajos. Se trata de la tragedia y la comedia de los que practican el psicoanálisis que deriva de la falta de una respuesta válida, universal, verificable ‒“objetiva a falta de ser científica”‒ a la pregunta de qué es un analista y cómo reconocerlo.

“Es cierto que el pase es un ejercicio imposible. Es completamente imposible definir la posición estándar del pasante, ni la del pasador, ni la del jurado. En el pase se concentran todas las paradojas del psicoanálisis. El pase es en sí mismo un Witz5.

La recopilación de escritos breves que componen este libro ‒que conciernen a lo que Miller define como “la invención más controvertida de Lacan entre sus alumnos”‒ permite reconstruir las concepciones y decisiones que comandaron la reanudación del pase en la Escuela de la Causa Freudiana después de la disolución de 1980 de la Escuela Freudiana de París por parte de Lacan. Así, podemos leer textos, anteriores a la mencionada disolución y que llegan hasta 2002, que acompañan momentos cruciales tanto en la historia del pase en la ECF como en la vida de la Asociación Mundial del Psicoanálisis con la creación de las diferentes Escuelas.

De este modo, avanzando en los siguientes apartados, podemos captar la lógica del pase en sus paradojas, entendiéndolas ahora ‒como las define la Real Academia Española‒ como “un hecho o dicho aparentemente contrario a la lógica”. Podemos verificar con ese recorrido una elaboración sobre aquello que el dispositivo cuestiona, horada, hace tambalear en las sucesivas crisis que genera dentro de la Escuela. Eso hace de este libro algo más que un lugar donde informarse de la historia del pase y sus avatares: tiene toda su actualidad para interrogar los impasses inevitables que lo afectan, pero que también le permiten reformularse y mantenerse vivo en el corazón de la Escuela. Y con breves frases, con su conocido estilo, Miller puede dar cuenta de lo fundamental del dispositivo, como cuando dice: “Así, el pasante testimonia, el cartel informa, el AE enseña. En cuanto al pasador, él transmite6.

Por centrarse en el pase, este libro esclarece además los fundamentos que hacen a una Escuela que siga las orientaciones de Lacan dado que, podríamos decir, no hay Escuela sin pase y no hay pase sin Escuela. “Decir que la Escuela es un órgano de trabajo es decir que no es un órgano de reconocimiento de los analistas. Si en la Escuela se efectúa algún reconocimiento, es el reconocimiento de un trabajo”7; estas palabras resumen que el fundamento de una Escuela es algo tan simple y sencillo como el trabajo. Miller sigue así a la letra el “Acto de fundación” en el que ese significante se repite numerosas veces. Pero introduce un sintagma interesante: “… la transferencia de trabajo es una transferencia al trabajo”8. Sobre esto, entonces, Miller subraya que otra de las cuestiones propias de la Escuela de Lacan era la de diferenciar gradus y jerarquía y, sobre todo, preservar la permutación. Claro que no es lo mismo una Escuela con pase que una sin, ya que, desde el punto de vista institucional, el pase “tiene la ventaja de apartar al analista de todo aquello que concierne a la promoción de su paciente”9.

Miller no deja de resaltar que la transferencia de trabajo no alude solamente a aquellos analistas practicantes que se comprometen en la causa del psicoanálisis, sino que afecta también a los AE: “Se le exige al sujeto que la transferencia del saber la sostenga en su propio trabajo. Sí, es un verdadero pasante solo aquel que dirige su transferencia a su trabajo, aquel que espera de su propio trabajo el esclarecimiento que piensa que le está faltando, a él y a los otros”.

Uno puede encontrar aquí trabajos de Miller sobre lo que fue su pasaje por los carteles del pase durante cuatro años en los que nos transmite ‒como se titula uno de sus textos‒ “Lo que el pase enseña”. Nos regala a la vez “el secreto del pase: el pase no es solo el momento de franqueamiento, que es interno a la experiencia; tampoco es hablar con los pasadores; es también, y sobre todo en el período posterior, el de la enseñanza del psicoanálisis”. Más allá del Pase 1 y el Pase 2 (el momento y el procedimiento), Miller sitúa así que el “Pase 3 es la invención, el decir mejor, es el juicio final, la vox populi, el ‘respeto a la posteridad’”10.

Transitando por estos escritos breves, entonces, no solamente accedemos a comprender la lógica del procedimiento, sus marchas y contramarchas, sus impasses, lo que daría cuenta de su dimensión política, pues que el pase concierna a las funciones de selección en el grupo analítico, “conlleva una dimensión en cierto modo ‘política’”11. También podemos enriquecernos con valiosos aportes clínicos.

Según Miller, Lacan no nos dijo todo lo que sabía sobre el pase “para que no se hicieran… criterios. Esta precaución vale para todos nosotros: estemos atentos a no producir efectos que tiendan a una conformidad, ya que se trata de una experiencia destinada a deshacer estos efectos”12.

La aparición de este libro sigue ese mismo espíritu: el de deshacer efectos. Aborda, una experiencia que “sigue siendo novedosa. Es porque se debe a un precursor”13.

Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, Jacques-Alain Miller, Navarin Editeur-Grama, Buenos Aires, 2022.

Blanca Sánchez

sanchezblancayradiante@gmail.com

 

Notas:

  1. Publicado por primera vez en el número 28 de la revista Enlaces. Ferrater Mora, José. Diccionario de filosofía, tomo 3, Ariel, Barcelona, 2009, p. 2693.
  2. Miller, Jacques-Alain. Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase. Navarin Editeur-Grama, Buenos Aires, 2022, p. 119.
  3. Ibid., p. 63.
  4. Ibid., p. 78.
  5. Ibid., p. 239.
  6. Ibid., p. 281.
  7. Ibid., p. 161.
  8. Ibid., p. 146.
  9. Ibid., p. 267.
  10. Ibid., p. 242.
  11. Ibid., p. 48.
  12. Ibid., p. 79.
  13. Ibid., p. 272.