Entrevista a Alberto Conejero realizada por Blanca Fernández y Celeste Stecco1.

Alberto Conejero es dramaturgo, poeta y director artístico del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. Es un honor para mi compañera Blanca Fernández y para mí que haya aceptado nuestra invitación con la amabilidad y generosidad que le caracteriza, máxime en este intenso fin de semana en el que tiene lugar la clausura del mencionado festival.

En esta conversación contaremos además con Juan Carlos Talavera, actor y director de teatro, que generosamente se ha prestado para dar voz a la escritura de Alberto y poder así compartirla con vosotros.

El vídeo de presentación que ha servido de introducción a la charla ha sido un modo de invitar a todos los que estamos participando de estas jornadas a entrar en la obra de Alberto, a través de una condensación extrema y ambiciosa de una trayectoria profesional que ya cuenta con un extenso recorrido. Alberto, oriundo de Vilches, es dramaturgo, poeta y escribe para el teatro. Es asimismo traductor y adaptador de clásicos y de tragedias. Ha recibido prestigiosos premios, entre ellos, algunos galardones Max y Ceres como mejor autor, el Premio Nacional de Literatura Dramática y otra serie de reconocimientos. Sus obras se han traducido a otras lenguas y se han representado en distintos teatros del mundo. Y aquí está, con nosotros, aceptando nuestra invitación una vez más, ya que tuvimos el honor de entrevistarle hace unos años junto a Carmen Bermúdez para el nº 10 de la revista Letras Lacanianas.

Sin embargo, no es su gran éxito lo que motivó nuestro deseo de invitar a Alberto Conejero a conversar hoy con nosotros, sino el hecho constatable siempre que lo escuchamos y lo leemos, siempre que vivimos la experiencia de asistir a una obra suya, de que se trata de alguien que se toma muy en serio la existencia. De este hecho se desprende su manera de concebir la palabra, el cuerpo, el amor y el trauma, esa herida que atraviesa a todos y cada uno de los personajes a los que les da la palabra en sus obras.

Celeste Stecco (C. S.): El trauma es uno de los hilos a partir del cual podemos ir recorriendo tu obra, Alberto, dado que en la lectura de todos tus textos nos encontramos frente a un prisma diferente con respecto al trauma, a sus marcas y a sus efectos. ¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza ante la palabra «trauma», y qué lugar consideras que tiene en tu obra?

Alberto Conejero (A. C.): A mí me gusta ir siempre a la raíz de las palabras. Creo que, en la primera pulsión de una palabra, en su primera latencia, hay algo a lo que debemos atender. Trauma, en griego clásico, significa «herida». Lo primero que me surge ante el término es: ¿qué hace que alguien elija una actividad que tiene que ver con apartarse de eso que llamamos «el cotidiano» de la vida para convertirla en vivencia? Me refiero al propio ejercicio de la creación artística. Dice Christian Bobin, poeta y ensayista francés al que admiro, que en ciertos momentos algunas personas sienten que se les hubiera quitado el suelo y estuvieran cayendo continuamente, y los creadores intentan, desde la poesía, la música y la danza, asirse para no caer a ese vacío en el que, por otro lado, están cayendo siempre. Diría que hay cierto vértigo ahí.

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