En el Seminario 16, De un Otro al otro (1968-69), señala Lacan, a propósito de la Mujer, que ésta “tiene domicilio desconocido”, modo en ese momento de señalar que la falta estructural de inscripción en el Otro para la mujer, no tiene un significante que la nombre; y es también el modo de apuntar al carácter de extravío del goce femenino en tanto que goce más allá del falo.

Decir que la mujer tiene domicilio desconocido reformula la apreciación que Freud hizo respecto de la feminidad, ese continente negro sometido a un rechazo, una desautorización por ambos sexos, tal y como lo expresó en Análisis finito e infinito.

Con Lacan, el goce femenino se constituye en tanto que alteridad radical en el campo del goce, no ajustándose por lo tanto a la diferencia entre hombres y mujeres, ya que no compete solo a las mujeres. El hombre también ha de apañárselas con un goce fuera de sentido.

Entonces, el goce femenino escapa a la diferencia entre hombres y mujeres, da cuenta del régimen del goce en tanto tal, como lo señaló Jacques-Alain Miller en su curso El Ser y el Uno.

De otra parte, abordar el goce femenino nos permite evitar la pendiente actual de la civilización hacia la homogenización de los modos de gozar y su efecto de segregación y racismo, interroga la política actual de las identidades.

Este número de El Psicoanálisis dedica a este tema un dossier, con el título “La mujer tiene domicilio desconocido” que nos pone en dirección al próximo encuentro de la AMP en Paris, La Gran Conversación de abril 2022.

Asimismo, equiparar el goce femenino con el régimen del goce en tanto tal interroga la posibilidad del lazo social. ¿Cómo hacer lazo a partir de este goce del cuerpo? Pregunta que nos lleva a la cuestión del amor. La vía es la de un amor que no vele la heterogeneidad de los goces, lo que se aborda en el apartado de esta revista titulado “Un amor más civilizado”.

Los testimonios de los AE de la Escuela Una; cuestiones respecto de la vida de Escuela; algunas aportaciones de las pasadas Jornadas de la ELP, “Marcas del trauma”; colaboraciones clínicas y epistémicas; comentario de las novedades editoriales; constituyen el resto de este número 39.

Desde el equipo de redacción esperamos que su lectura sea grata y provechosa

Julio González