“¿Dónde vives? En el lenguaje.
Y no puedo callarme.
Al hablar, me lanzo a un orden desconocido,
extranjero, y de pronto me vuelvo responsable” 10
Jean-Luc Godard

 

En el principio era el exilio. El niño llega al mundo extraño para sí mismo y para los otros. De este modo, el nacimiento puede ser vivido como un primer exilio.

El niño llega al mundo inacabado, nace marcado por la incompletud. Incluso es el más inacabado de los vivientes, potencialmente sometido a un desamparo fundamental.

Al comienzo, entonces, la separación y el exilio, lo inacabado y el desamparo. Solo, sin el otro, no hay salida para la cría humana. El otro le es necesario – necesario para sobrevivir- pero también para advenir a un mundo que ya está allí, que es también el mundo del lenguaje que lo precede.

El lenguaje no solamente tiene función de representación o de expresión; el lenguaje es también ese operador que produce un sujeto, cada vez diferente en su manera de encontrar el lenguaje, de ponerlo en juego, de modificarlo, de reinventarlo. Como lo dice Ferdinand de Saussure, cada hablante modifica el sistema de la lengua apropiándose de él siempre de manera diferente hasta modificar la lengua misma.

Pero, en este proceso puede haber rupturas como la migración forzada o, incluso, la escogida. ¿Todo exilio vuelve a poner en juego el exilio primero del nacimiento?

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