Publicado en La Cause du désir nº 93.
¿Por qué quiso Lacan, en su última enseñanza, inventar algo diferente de lo que Freud nos había transmitido con el inconsciente? Freud nos dejó la palabra, pero en el curso de su obra, hizo evolucionar su hipótesis del inconsciente para añadirle, en los años veinte, el Ello. Tomó prestada la palabra de Georg Groddeck, autor simpático y excéntrico, y gracias a esta añadidura hizo aparecer al lado del inconsciente una instancia ligada al goce. El Ello se presentaba en Freud junto a otras instancias, como el Yo y el Superyó, en un movimiento de representación inspirado en lo que se estaba elaborando en la neurología de la época en Viena alrededor de la imagen neurológica del cuerpo36. Estos trabajos desarrollaban la noción de “esquema corporal” heredada de la neurología inglesa, distinguiendo imagen y sensaciones internas del cuerpo. La “imagen del cuerpo” de Paul Schilder, a la vez consciente e in-consciente quería profundizar los diferentes medios de representación del “interior” del cuerpo, más allá de la evidencia de la imagen exterior del cuerpo.
En un mismo movimiento, Freud quiere representar las instancias inconscientes y conscientes que tienen al cuerpo como lugar de inscripción, más allá del narcisismo y de la imagen. Así que aloja el inconsciente y el Ello en el interior de un cuerpo provisto de extraños “reservorios”. El gran reservorio de la libido o de las pulsiones37 que es el Ello, y el Yo que “sigue siendo el gran reservorio del cual emanan los investimientos libidinales sobre los objetos y al que se retraen nuevamente, como una masa protoplástica con sus seudópodos”38. El cuerpo contiene también un reservorio de pulsiones, extraña creación ya que la oposición pulsiones de vida/pulsiones de muerte, introducida en los años veinte, no obedecía a ningún principio de biología conocido. Al contrario, el inconsciente estaba emparejado con el principio de placer, que tenía el estatuto que Gustav Fechner39 le había otorgado en biología. En cambio, las pulsiones de muerte pertenecen a una hipótesis puramente ligada a los desarrollos de Freud. De este modo, al final de la obra de Freud encontramos, al mismo tiempo, el término de inconsciente, que se ha transmitido y ha conservado su lugar, pero acompañado de esta extraña mezcla de vida y de muerte que transportaba el Ello. Éste se revela entonces portador de un doble mito: no solo el mito pulsional, sino también el mito de la pulsión de muerte contenida en el cuerpo.