Este texto fue objeto de una presentación y de una discusión en la ECF en el marco de la enseñanza “Hombres, mujeres, goces, semblantes” de Rose-Paule Vinciguerra, con Sophie Gayard, Thierry Jacquemin, Pascal Pernot. Aquí publicamos extractos de este trabajo en curso.Publicado en la Revista La cause du désir Nº 105.

 

Evocaciones y resonancias

Cualquier lector que se embarque en la lectura del texto original en lengua inglesa de la novela de Emily Brontë quedará atrapado. Ese lector se convierte en presa de una mujer (escritora) de veintinueve años, que lo transporta a esas cumbres de tensión irrespirable, de extraña intensidad y, algunas veces, de verdadero “terror”, en las que se escribió la única novela realmente escrita en ese lenguaje que le convierte, querido lector, en una especie de objeto zarandeado y tratado sin compasión, al que se atrae y se expulsa lejos de sí y de sus delicadas atenciones.

Lengua con ritmos y tempos unas veces dulce (andante, allegro o moderato), a menudo vivaz (presto o vivace), muchas veces furioso (furioso) e incluso “atormentado”.

Wuthering Heights (Cumbres Borrascosas), pues se trata de esta novela publicada en 1847, sorprende, conmociona, incluso provoca en el alma del lector la cólera. No hay que olvidarlo -en alemán: eine Wut quiere decir “una cólera repentina”.

El término alma es articulado por el Dr. Lacan, en un nudo llamado “borromeo”, con otros dos términos: los de pensamiento y de cuerpo, precisamente.

Si tuviera que identificar la trama de la novela (en el sentido que le da François Regnault) con un movimiento del cuerpo, diría que es una novela cuya ferocidad, antes que golpearlos con un palo en la cabeza (como en la comedia dell’ arte), les hace una zancadilla. De ahí la cólera que los atraviesa de parte a parte, durante la lectura. La ferocidad les hace morder el polvo. Y, en este texto donde la oscuridad domina, hay ferocidad.

Menciono a François Regnault, porque lo que nos atrapa al leer esta novela, intentando retomar sin cesar el aliento, es… Sí, ¿qué es? ¿un imbroglio8 teatral? ¡Seguro! Quizás se trate de un adolescente, de una confusión, de un enredo, de una maraña -que se puede representar con una especie de montaje de hilos entrelazados a la manera en que Pablo Reinoso procede con sus esculturas y que implicaría que se trata, de hecho, de una historia de amor compleja (la expresión es de Georges Bataille).

Mi tesis respecto de la trama es que -en realidad- en la misma medida en que está hecho, en cierto estilo, el relato extraño y salvaje (dicen los comentaristas) de una “violenta historia de amor entre Heathcliff y Catherine” -la intriga tiende, al mismo tiempo, hacia el fuera de la norma, el fuera de sentido y el fuera sexo. La moraleja de la fábula, para retomar aquí también una expresión utilizada por François Regnault a propósito de lo que es una trama fuera del teatro, es que la crueldad de una injusta venganza le da, a esta “injusta venganza”, el estatuto de agujero negro de una “falta ética”. El culpable, a fin de cuentas, no logra, en cuerpo y alma, liberarse por medio del pensamiento del pantanoso abismo de …su culpabilidad. El culpable, precisémoslo, un hombre, de hecho, no sabe que siendo proyectado hacia el punto límite de un deseo de poseer un determinado objeto, le resulta imposible tomar otro camino que aquel que le lleva directamente a la destrucción de ese objeto -y esto hasta el hueso del nada 9.

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