Todo discurso está organizado por el goce y son los discursos los que organizan el ropaje y el goce de los cuerpos. En el discurso de la civilización contemporánea, tal como lo desplegó Jacques-Alain Miller en 200427, con el objeto a “instalado en el cenit social”, en el lugar de agente del discurso, lo que guía al mundo son los plus de goce multiplicados.

Así, los cuerpos son entregados a los cantos de sirena del “desarrollo personal” de todas las maneras posibles. En esta perspectiva, la consigna es “a cada cual su modo de goce”. En este sentido, el goce llamado perverso ha perdido su índice de transgresión, las películas clasificadas “porno” son vistas por los niños, los objetos que sirven para el goce son inmediatamente y directamente exhibidos – “el pubis” pasa a lo “público”28 -, y se dice que la sexualidad es objeto de “cultura”29. El capitalismo integra todo, tolera todo. El único límite prescrito por la ley: no atentar contra el otro y en la actualidad, con su consentimiento. Con la condición de una presupuesta igualdad transaccional30 entre aquellos que intercambian fantasmas, todo está permitido y, por decirlo así, prescrito. Ya no sólo es cuestión de la introducción en el mercado de sustancias dirigidas a sostener la sexualidad masculina, sino de la proliferación de todas las técnicas de la imagen, de objetos, incluso de robots, solicitados para permitir el goce de los cuerpos. En materia de goce, sólo se trata de estar bien informado.

Así, los significantes amos, de los que se creía que podían hacer existir la relación sexual31, a partir de ahora son sólo insignias que se llevan en el ojal… durante un tiempo. Después del “posmodernismo” de los goces, posterior a las ideas de liberación, tenemos una llamada “hiper-modernidad” en la cual las identidades se quieren plurales, estratificadas de roles sociales, familiares, incluso agrupadas en “enjambres”, según un relativismo de principio, ya que ninguna predomina. Estas identidades están, sin embargo, ordenadas por plus de gozar apresurados, variables, estallados al igual que los objetos de consumo y su objetivo es abordar lo real pulsional para sujetos aligerados de su culpabilidad, desconociendo que el goce, por definición, es falta, defecto, y que no basta con producir esos plus de gozar de manera extensiva para que éste sea colmado.

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