Jacques Lacan, El sueño de Aristóteles[1]
Conferencia en la UNESCO con motivo del 23º centenario de Aristóteles
Diferenciamos entre el objeto y la representación. Sabemos que la representación mental lo requiere. Basta con que haya palabras que, como se dice, “evoquen”, es decir, “llamen” a la representación.
¿Cómo concibe Aristóteles la representación? Solo lo sabemos a partir de lo que un cierto número de discípulos de su tiempo recuerda. Repiten lo que el maestro dice, pero a condición de que este supiera lo que decía. ¿Quién podía juzgarlo sino ellos dado que son los que saben? Desgraciadamente y es aquí donde debo aportar mi testimonio como psicoanalista, ellos también soñaban.
Aristóteles soñaba, como todo el mundo. ¿Fue él quien se creyó en el deber de interpretar el sueño de Alejandro durante el asedio de Tiro? Sátiro. Tiro es tuya. Juego interpretativo típico
¿Procede el silogismo, que Aristóteles practicó, del sueño? Debe decirse con claridad que el silogismo cojea siempre. En principio es triple, pero en realidad se trata de la aplicación de lo universal a lo particular. “Todos los hombres son mortales” y por lo tanto uno de entre ellos también lo es. Llega entonces Freud y dice que el hombre lo desea.
Lo que lo prueba es el sueño. No hay nada tan espantoso como soñar que se está condenado a la repetición. De ahí la idea de la pulsión de muerte. Los freudo-aristotélicos, al poner la pulsión de muerte en cabeza, suponen que Aristóteles articuló lo universal y lo particular, es decir, lo convierten en algo así como un psicoanalista.