Ed. Paidós, Buenos Aires, 2019, 435 páginas.

Tras concluir su curso “Los signos del goce” en junio de 1987, Jacques-Alain Miller reinicia en la primera semana de noviembre su nuevo curso psicoanalítico.

Una de las funciones de este curso, nos avanza, es descomponer la estructura de la obra de Lacan y en cierto modo desintegrarla. El objetivo último que se propone es poner en evidencia que la enseñanza de Lacan se despliega en discontinuidad con respecto a sí misma, aunque ésta no sea palpable.

Así entonces, continuando con la misma orientación que le guía en su enseñanza, retomará a lo largo de este año, tres textos principalmente: “Acerca de la causalidad psíquica”, de 1946; Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis, de 1953, y “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”, de 1957.

No sólo estos Escritos, no obstante, pues su extenso conocimiento de la obra de Jacques Lacan le permite conducir sus lecciones retomando referencias de otros de sus Escritos y seminarios tal como suele hacer en sus cursos; así como rigurosas referencias filosóficas en un esfuerzo paso a paso por interrogar de manera minuciosa la noción de “causa” en la teoría psicoanalítica.

Con su estilo particular procede mediante un binarismo ubicando en relación, no el efecto como es usual encontrarla, sino el “consentimiento” que introduce entonces el sujeto que dice que “si” o bien que dice que “no”, pues el rechazo es también un consentimiento a otra cosa.

El propio aparato del análisis está hecho para revelar el “decir que” que determina la existencia del sujeto. La propia entrada implica un asentimiento: del analista que convalida la demanda de un sujeto susceptible de un análisis, y puesto que la transferencia no garantiza un trabajo de elaboración, requiere además el asentimiento del analizante que decide hacerse responsable de su decir; que se apresta a decir “no” a la represión y aceptar que de su posición de sujeto es siempre responsable. Al punto de que cuando el analizante es un niño “hay que esperar el signo de que dice que sí, de que acepta al analista”[p. 43].

La causa en el psicoanálisis se lee en primer lugar como causa significante que introduce una indeterminación del sujeto. Se lee también como causa real en el objeto a que lo determina. Y en última instancia como esa forma especial de causación que es la sexuación. Pero si bien la causa, el sujeto la encuentra en el Otro, la elección no está excluida en la medida en que la relación entre el significante y el significado no es una relación causa-efecto. Miller sitúa en el sentido, cierto grado de “libertad” subjetiva, en esa decisión insondable por la que cae en el ser o en el sentido. Son los dos términos entre los que se articula la elección.

En el esquema de la alienación al elegir el ser al sujeto se le cercena el sentido del Otro. Conservando la libertad cae en la petrificación de la psicosis. Si por el contrario elige al Otro es el desconocimiento lo que lo afecta. Con la pérdida de su libertad conserva la posibilidad de encontrar un sentido a su ser aunque ese sentido seguirá siendo siempre del Otro.

Freud, que parte de las ciencias de la naturaleza, establece una doble causación. Una causa I, insuficiente donde ubicamos la inercia de la fijación introducida por el trauma sexual, un incidente caracterizado por un excedente de sexualidad. Una causa II, eficiente donde el despertar del recuerdo conlleva la represión. Lacan por su parte coloca del lado de la fijación el objeto pequeño a, y del lado de la represión el desplazamiento del sujeto barrado. Correlacionando estos dos términos articula mediante la inclusión de un losange la fórmula del fantasma: sujeto barrado, losange, a.

El abordaje de Lacan, en su lectura de la causación freudiana, consistió hacia el final de su enseñanza en tratar el trauma como el trouma, que nos brinda la fórmula sincrónica del trauma sexual, y que formula con su No hay relación sexual.

El recorrido durante la experiencia del análisis lleva al sujeto a enfocarse sobre lo que no cuadra, lo que desentona y anda mal. En lo que hace efecto de discontinuidad hallamos lo intrusivo del síntoma pero también el carácter desconectado del fantasma. Y la problemática del final del análisis es que en la medida que la discontinuidad entre significante y significado no es posible de eliminar, la subjetivación total es del orden de lo imposible. “Esto llevó al primer plano de la problemática del final del análisis el significante amo y el objeto a: no se plantea la subjetivación de ambos, sino la producción del significante amo y la caída del objeto a” [p. 182]. Dos expresiones que conducen a una subjetivación imposible y evidencian que la operación deja siempre un resto.

No hay un vaciamiento del goce, “sí una extracción de una parte del goce, de lo que Lacan llama encaje-goce” [p. 214], que tiende a condensarse, contraerse, densificarse hasta un momento en que es imposible reducirlo más. Es una operación de densificación del goce lo que el atravesamiento del fantasma construye.

El transcurso del análisis apunta a esa imposibilidad y en la medida que se produce la caída de los significantes amos, la destitución subjetiva da cuenta de la separación con respecto a la cadena significante. Por separación Lacan define el momento lógico en el que se constituye el objeto a. “Cada separación correlativa de la alienación es una destitución subjetiva” [p. 217].

Y los efectos de alivio se hacen patentes incluso sorprendiendo al sujeto. Éste puede ver cómo la ley de la repetición, —que lo ha hostigado gran parte de su vida y que puede incluso ser lo que lo llevó al análisis—, se afloja. “Lo que queda es un estatus del sujeto distinto del ser libre: su estatus de objeto a. La extinción del sujeto, la extinción de la pasión subjetiva en la falta-en-ser que sostiene al sujeto, le revela su estatus de objeto a” [p. 219]. Un estatus de objeto que J.-A. Miller pone de relieve “como estrictamente antinómico con su estatus de ser libre. No ser libre, sino ser objeto, es decir, ser una respuesta de lo real”, [p. 219].

Este curso se puede leer así como un recorrido esencial por algunos conceptos relevantes de la obra de Lacan que permiten responder a cuestiones actuales de la práctica del psicoanálisis.

Myriam Chang
mcchang@copc.cat