María José Olmedo

El 19 de octubre de 2018 tuvo lugar, en el Palacio de los Condes de Gabia de Granada, un debate acerca de la memoria y la historia promovido por Zadig- Andalucía, cuyo responsable, José Luis Chacón, en la presentación del acto hizo referencia al texto Un trastorno de la memoria en la Acrópolis, en el que aludiendo al romance del rey moro Ay de mi Alhama, Freud pone de manifiesto la tensión entre pasado y futuro y con el que demuestra que lo rechazado no solo se expulsa o se quema como una de las cartas que portan malas noticias, sino que también el recuerdo que aparece debe ser liquidado como el mensajero que las trae.

Ante numeroso público, los invitados Emilio Silva, Fernando Alcalde y Enric Berenguer debatieron en torno a la historia, la memoria y el olvido.

Emilio Silva comienza reconociendo que tuvo que asumir como herencia una cuneta al ser nieto de un desaparecido y que es a partir de ahí que se inicia su investigación a propósito de la Guerra Civil, la posguerra y todo lo acontecido acerca de las victimas del franquismo, lo que dio lugar a la creación de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, de la que es uno de los miembros fundadores.

Centrándose en el período de la Transición, cita al poeta Juan Gelman, “Desaparecen los dictadores de la escena y aparecen inmediatamente los organizadores del olvido”.[1] Considera que para allanar el camino de la impunidad, se volvió a barrer debajo de la alfombra “lo republicano” en todos sus sentidos, constituyéndose un Parlamento que dejó fuera a los partidos que reivindicaban la república y aprobando una Ley de Amnistía en la que el artículo 2f eximía de responsabilidad a los funcionarios y agentes del orden público que hubiesen cometido delitos contra los derechos de las personas; construyéndose así un blindaje para los delitos y violaciones de los derechos humanos cometidos en la dictadura. No obstante nos recuerda que hubo gente que se rebeló y lucho contra ese silencio que se imponía creando en 1978 el Tribunal Cívico Internacional contra los crímenes franquistas, conformado por académicos, políticos de la Segunda República, artistas, escritores, jueces, abogados, periodistas. Dicho Tribunal intentó sentar las bases de un programa político que investigara y condenara públicamente los crímenes del franquismo, además de condenar y denunciar la continuación de la represión y la vulneración de las libertades democráticas durante la monarquía, poniendo en entredicho el espíritu de la Transición y los “pactos de silencio” sobre el pasado reciente.

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