Las XVII Jornadas de la ELP, ¿Quieres lo que deseas? Excentricidades del deseo, disrupciones de goce, se celebraron en Barcelona los días 24 y 25 de noviembre de 2018, el mismo año en que la ELP cumplió dieciocho años.

El tema fue elegido por el pasado Consejo de Administración de la ELP, bajo la presidencia de Enric Berenguer, a partir de un debate habido en su seno sobre las disrupciones de goce, tema que había introducido Éric Laurent en su curso de ese año.

El goce siempre es disruptivo. Pero, ¿qué podíamos pensar en particular de las disrupciones actuales de goce, cuando, como hemos dicho y trabajado, “lo simbólico ya no es lo que era”, es decir, los modos de regulación introducidos por el Otro social han cambiado?

Observamos que cada vez encontramos más auto-tratamientos por parte de los sujetos. Se trata, en cada caso, de invenciones singulares que se sitúan por fuera del Otro de la convención y de la tradición, de la creencia en un Otro de la garantía y del lazo con los otros, con las repercusiones que puede tener en el establecimiento de la transferencia analítica. Esto requiere que el analista esté a la altura de esta época del Uno solo, tal y como la llamamos, siguiendo a Jacques-Alain Miller.

¿Cómo queda entonces en la actualidad el deseo que aparecía clásicamente en la enseñanza de Lacan en oposición antinómica con el goce? La pregunta “¿Quieres lo que deseas?”, que presidió estas Jornadas, permitió ilustrar la división, el desconocimiento, la inquietud que de distinto modo marca nuestra relación con ambos términos, en tanto lo inarticulable del deseo “toca” lo imposible de decir del goce.

Como directoras que fuimos de las XVII Jornadas de la ELP, la distinción entre lo que se quiere y lo que se desea, nos pareció una buena manera de abordar el tema. Es una división simple que se puede leer desde lo más cotidiano de la época en los extravíos a los que puede llevar el consumo que marca la relación de los sujetos con la satisfacción: el consumo de objetos, de sustancias, de relaciones, de “experiencias” (que, por tanto, no pueden serlo); en esa hiperexcitación que les hace ir de una cosa a otra continuamente sin darse el tiempo a situar si eso que quieren es lo que desean; en una relación con la demanda, siempre insaciable, que oculta una voluntad de goce librada a sí misma. Mantener abierta, por el contrario, la distancia entre la causa y el objeto abre la dimensión deseante e introduce asimismo una dimensión ética en la relación del sujeto consigo mismo.

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