Texto de Rosa Vázquez

Durante muchos años me dediqué a la historia de la cultura desde una orientación warburiana, es decir, seguía la escuela creada por Aby Warburg, un extraordinario personaje impulsor de una experiencia no demasiado lejana de la de Freud.* Tal vez algunos reconoceréis hoy el nombre de Warburg desde el psicoanálisis, pues su psicosis está bien documentada y ha dado lugar recientemente a un paper de François Ansermet,1 en el que aborda el papel de suplencia que desempeñó su obra. Aby Warburg apareció en mi mente apenas inicié la lectura de este libro, algo que años atrás me había ocurrido también al acercarme a la obra de Lacan.

El deseo de Warburg –después, el de su escuela– fue el de acercarse y comprender el pathos humano a través de la construcción de un atlas de la memoria, Nemosyne, y de una biblioteca, hoy en Londres; un atlas y una biblioteca que reuniesen la diversidad de las expresiones y saberes humanos. Podríamos decir que quería comprender el goce humano a través de las trazas y fragmentos que la creatividad y la cultura han dejado tras de sí, y es aquí donde encontramos a Lacan, pues, como nos recuerda Carmen Cuñat en su aportación al libro que hoy presentamos, Lacan fue “un hombre que estuvo durante toda su vida buscando cómo cernir lo real del ser hablante”2 y “no se ahorró el estudio profundo y crítico de los diferentes autores que a lo largo de los siglos han intentado dar respuesta a esta cuestión”.3

El tesoro compartido de procesos sublimatorios acerca a Lacan y a Aby Warbug, pero más allá de eso, Jacques Lacan fue un clínico y toda su obra está atravesada, construida, en relación a su práctica clínica. Por otro lado, lejos de ser un humanista, Lacan se guió por una ética que, en el libro que presentamos, Marco Focchi no duda en calificar de antihumanista: la ética del deseo. Y, todavía, una particularidad más: Lacan fue un parlêtre que sabía de serlo y no cesó de poner en juego su propio goce de lalengua, de modo que su producción y el texto que –gracias al trabajo de Jacques Alain Miller– resultó de ella, son una producción y un texto gozados.

Dicho todo esto, es fácil imaginar las dificultades a las que han debido enfrentarse los editores del libro, las dificultades que entraña tratar de abordar una enseñanza como la de Lacan, el intento de incluir en una única obra su teoría y su clínica, de dar lugar a algo cercano a un corpus lacaniano. Pero los dos psicoanalistas que emprendieron semejante aventura –Miriam Chorne, que nos acompaña, y su colega Gustavo Dessal– no cedieron a las tentaciones de la impotencia y, ciertamente, se manejan bien con lo imposible, de modo que, finalmente, han dado lugar a algo cercano a lo imposible de un corpus lacaniano: a un volumen maravilloso con textos de cincuenta y un autores y, a pesar de su grosor, inesperadamente manejable.

¿Qué contar de un libro semejante? Lo que Carmen Garrido me propuso fue dar un testimonio personal como lectora, y la lectora que soy, como dije al inicio, se acordó en su lectura de su pasado warburiano, más aún, en particular de la biblioteca de Aby Warburg. El libro que hoy presentamos provocó en mí una experiencia similar a la que hace muchos años viví en ese espacio mágico: la que provocan un espacio o un libro concebidos para pasar de un saber a otro, para realizar mil recorridos distintos, para que cada usuario, lector en este caso, trace y cree en sus páginas una topología propia.

Al igual que una biblioteca, el libro está ordenado –siguiendo unos criterios que tal vez su editora podrá comentarnos– y con ese orden favorece una lectura o experiencia lineal, un recorrido que permite al lector introducirse por primera vez en el universo de Lacan o, si ya lo ha frecuentado un poco, recordar y añadir conocimientos a los que posee, aclararlos, ordenarlos, reorganizarlos incluso. Además, la existencia de índices y un glosario de términos fundamentales, facilitan una lectura o uso consultivo; y subrayo aquí la existencia de ese glosario, pues sé bien que supone un esfuerzo más, del que con frecuencia editores y editoriales prescinden, pero que, sin duda, agradecerán muchos de quienes se acerquen a Lacan por primera vez.

Así pues, Jacques Lacan. El psicoanálisis y su aporte a la cultura contemporánea, es un libro que puede ser leído de principio a fin o consultado puntualmente por conceptos o temas, utilizado como un manual o al modo de una enciclopedia, ora narrativo, ora wikipédico. Y, sin embargo, aún así se aleja mucho de la mayor parte de las obras concebidas con esa vocación, que suelen confrontar al lector con textos que se asemejan, uniformes, normalizados, estandarizados, regidos por la lógica del todo. Muy al contrario, a pesar del elevado número de autores, la diversidad de voces es aquí exquisitamente respetada, como si de una coral se tratase, en los cincuenta y un timbres o formantes que la componen. Es decir, a pesar de la diversidad de temas y autores, lejos de aproximarnos a un discurso unificado, del lado del discurso del amo, la obra se mantiene fiel a su reverso: al discurso analítico.

Y llego aquí al aspecto que considero central de cuantos puedo extraer de mi experiencia de lectura: el libro que presentamos es un libro de psicoanálisis, pero además un libro que me atrevo a calificar como lacaniano y concebido desde el discurso analítico, y esto no es sin consecuencias. Por un lado propicia el respeto por la particularidad de sus autores ya mencionado, pero, además, da lugar a otros efectos, recorridos, éticas.

Entre las consecuencias del carácter lacaniano del libro, querría advertir a los futuros lectores de que –lejos de limitarse a proponer una lectura wikipédica o de manual– pondrá fácilmente en juego el deseo del lector. Por su temática y el deseo desde el que está causado, el libro provoca una lectura de analizante, y lo digo sin limitar mis palabras a quienes estén en análisis, pues considero que de algún modo todo buen lector es un analizante, es decir: alguien que quiere saber, avanzar en su deseo de saber, que consciente o no pone en juego su deseo de saber. Y este tipo de lectura, la puesta en juego del propio deseo, es la que más allá de lo lineal da lugar a que cada lector trace y cree una topología propia en el espacio del libro.

Se me ocurre ejemplificar lo que estoy comentando a través de un posible recorrido. Imagino a un lector, en realidad, recuerdo y pongo a la lectura a alguien que conocí bastante bien: gran sublimador, se acerca al libro con cierta reverencia y adoración, comienza leyendo los hermosos textos de Diana Chorne “El psicoanálisis y el arte” y de Antonio di Ciaccia “Lacan y la religión”, avanza luego hacia algunos conceptos que allí se ponen en juego, se pasea por el glosario, le interesa el sinthome, revisa el índice, se topa con el texto de Estela Paskvan “El síntoma y el sinthome”, toca aquello que lo llevó allí, pero añade la clínica, luego comienza un paseo por aspectos de la clínica partiendo del síntoma, pero sin descuidar los capítulos de Luis Darío Salamone y Blanca Sánchez dedicados a la literatura y la filosofía… Sin duda este lector acabará leyendo todo el libro e incluso comprando algunos volúmenes del seminario de Lacan en Amazon, todo para seguir avanzando hacia ese no sé qué sublime o sagrado que ha colocado ante lo innombrable, hacia ese misterio que quiere cernir y que tal vez lo llevará a poner en juego su propio cuerpo en un análisis…

¿Es un poco antiguo el lector propuesto? Tal vez, pero puedo pensar en casos más actuales que, para no extenderme, reduciré a comienzos de lecturas. Se me ocurre que lo más actual será sin duda más actuado, por ejemplo: ¿no es fácil imaginar a un lector o lectora que apenas compra el libro se abalanza sobre el capítulo “La angustia” de Florencia Fernández-Coria? ¿O qué me decís de alguien que con el corazón roto se encamina esperanzado a “La demanda, el amor y el deseo” firmado por Constanza Meyer? ¿Y qué pensáis de quien, a punto de iniciar una búsqueda de asociaciones de fibromialgia en Google, se interna en la lectura del “Fenómeno psicosomático” de Celeste Stecco y acaba por apagar el ordenador para proseguir con “La histeria” de Mónica Torres?

Recorridos; recorridos personales y singulares, como el de un análisis, eso provoca un libro lacaniano y concebido desde el psicoanálisis.

Y concluyo deseándoos una lectura lineal y de consulta que satisfaga vuestra curiosidad intelectual y facilite vuestro trabajo, pero también una lectura personal, lectura Rayuela, warburiana, lacaniana, deseante, y, sobre todo, agradeciendo a Miriam Chorne un trabajo que nos ha proporcionado un instrumento con tal potencia de deseo.

Rosa Vázquez. Socia de sede de la Sede de A Coruña ELP.

rosa.vazquez.golder@gmail.com

1* El texto que reproducimos corresponde a una intervención en la presentación del libro: Chorne, M., Dessal, G. (eds.), Jacques Lacan. El psicoanálisis y su aporte a la cultura contemporánea, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2017. Acto organizado por la Biblioteca de Orientación Lacaniana de A Coruña en la Librería Lume el 23 de noviembre de 2017.

Ansermet, F., “Warburg entre invención y descubrimiento”, Papers 1. Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia, disponible on-line en: https://congresoamp2018.com/papers/

2 Cuñat, C., “Sobre la biografía intelectual de Jacques Lacan” en Chorne, M., Dessal, G. (eds.), Jacques Lacan. El psicoanálisis y su aporte a la cultura contemporánea, op. cit., pág. 25.

3 Ibid.