Jacques-Alain Miller

Considero apropiado tratar las relaciones entre discurso del analista y discurso del amo bajo la égida de la Garantía.* En efecto, ¿qué es la Garantía? ¿Qué es el título de Analista Miembro de la Escuela que otorga la comisión de Garantía de la Escuela? Es el medio por el cual nuestro grupo analítico se hace representar en el discurso del amo, en tanto que ese grupo se constituyó como asociación, una asociación legal, regulada por la ley de 1901 y distinguida hace algunos años con el título “de utilidad pública” por el Gobierno. Ella no es por tanto “Sin Garantía del Gobierno”, para retomar el término de Serge Cottet.

El algoritmo del amo

Lo que designamos con Lacan como discurso del amo es, si se quiere, un algoritmo: el algoritmo de la representación del sujeto en forma de un significante amo. Pero las formas de ese discurso no son ne varietur, se han modificado en nuestra área y en nuestra era. Por eso el término “ciudad” está en desuso. La ciudad no existe más, en el sentido de La ciudad antigua de Fustel de Coulanges.

Si seguimos a Lacan, el capitalismo sustituye el significante-amo por el sujeto dividido, en la parte superior izquierda del esquema, que es la del semblante. En términos políticos, se dice “individualismo democrático”. En otras áreas, el discurso del amo subsiste tal cual, en particular con formas intensificadas donde el significante Uno es exaltado como sagrado, divino. Lo religioso domina allí lo social. Incluso creemos observar entre nosotros veleidades de retorno a la dominación de lo religioso. Dejo esto abierto.

¿Qué es lo que ocupa hoy en día el lugar dominante en el discurso del amo? La respuesta es de hecho multívoca. Acabo de decir que en términos políticos es el sujeto barrado, el sujeto del individualismo. Pero he llegado a sostener que era el objeto a minúscula lo que está en el “cénit social”. Según Philippe de Georges, el S2 domina con la forma de la burocracia. En fin, podemos decir que siempre el S1 sostiene en definitiva el discurso del amo. Esta cuestión también la dejo abierta.

El psicoanálisis en plural

¿Qué relación quiere mantener el psicoanalista con el discurso del amo en general? El psicoanalista no es reconocido como tal en el discurso del amo, no pide serlo, pide incluso no serlo. Sin embargo, si bien un psicoanalista no pide ser reconocido por el Estado, los psicoanalistas se agrupan y se forman en asociaciones legales, y cada una tiene una personalidad jurídica registrada en la Administración. En relación al discurso del amo, los psicoanalistas “uno por uno” se eclipsan y solo se presentan en forma de conjunto.

La Escuela murciélago

El título que entrega la comisión de Garantía mira hacia el Estado y hacia el público, en la medida que cualifica al analista en tanto que miembro de una asociación legal. Por el contrario, el título de AE mira hacia el psicoanálisis. Se sigue de ello que la Escuela es un ser ambiguo, que tiene alas analíticas, si lo puedo decir así, y patas sociales, lo que supone, para hablar como Baudelaire, una doble postulación: una hacia el discurso analítico, otra hacia el discurso del amo. Por medio de la asociación, el discurso analítico se somete abiertamente al discurso del amo al tiempo que, a escondidas, lo subvierte. Subversión y sumisión a la vez. Juego sutil que, me atrevo a decir, tiene un lado jesuita. Cuando el amo nos aprieta demasiado, debemos engatusarlo, seducirlo, para continuar con nuestra pequeña empresa sin irritar su paciencia.

Un contra-lobby

A principio de la década del 2000, fuimos confrontados a una exigencia de diploma bastante confusa que luego quedó empantanada. Algunos querrían hoy desterrarnos de la práctica con los autistas. Encontrar los significantes “prohibir y condenar” a propósito del psicoanálisis, aunque fuera un proyecto rechazado por la Asamblea Nacional, fue una novedad e hizo estremecerse no solo a los practicantes sino, más ampliamente, a los defensores de la democracia liberal. Uno creyó haber vuelto por completo a los tiempos de la ciudad antigua, cuando Sócrates fue condenado a muerte por haber manipulado, se decía, y arruinado, los significantes amo de la ciudad.

Un gran número de padres de autistas hicieron del psicoanalista el chivo expiatorio de su aflicción y se juntaron en un lobby. Y bien, hay una elección forzada para las asociaciones analíticas: deberán conformarse en un contra-lobby, es la lección pragmática a extraer de este episodio. Cuando recibimos en el pasado una respuesta del amo que testimoniaba de nuestra utilidad para el público, hubo júbilo en nuestro pequeño pueblo. El “¡Revienta, cerdo!” del señor diputado Fasquelle no podía más que traumatizarnos. Nuestra tarea de hoy ha tomado el giro de una elaboración de ese trauma. En efecto, ¿qué valdría nuestra Garantía si el psicoanálisis mismo estuviera desacreditado? Más que de “demonizar” al psicoanálisis, esfuerzo que solo concierne al lobby de los “padres de autistas”, se trata, en mi opinión, de arrojar el descrédito sobre él –como si se interpelara al psicoanálisis en estos términos: “¡Tú nos acusas de ser semblante…! ¡Semblante tú!” –.

Hacia lo real por el semblante

No hay por qué alterarse. Lacan no vacilaba en pronunciar a propósito del acto analítico la palabra “estafa”. Entendámosle. Buscando fundar el psicoanálisis como un discurso que no produciría efecto a partir del semblante, concluyó en la vanidad de la empresa.

El discurso del analista también surte efecto a partir del semblante como los otros discursos. En ese sentido, no vale más. En ese sentido, es una estafa. Pero una estafa que cuadra bien, precisamente en la medida en que no disuelve solo los semblantes de los otros discursos, sino que denuncia también el suyo propio. Cuadra bien porque el resultado de su operación, por mucho que surta efecto por el semblante, es desnudar lo real. Es la paradoja de una estafa que toca lo real.

Descubrí hace algunos días los juegos virtuales, en particular un juego, o una familia de juegos, llamada Bubble Shooter. En su pequeña pantalla, lanzan una bola sobre cadenas de bolas del mismo color, y el resultado es que todas las bolas de este color explotan, incluso la que ustedes lanzaron sobre las otras. Se aproxima bastante a como veo el efecto del psicoanálisis: in fine, su soporte de semblante, el sujeto supuesto saber, se autodestruye.

Conclusión

El psicoanálisis es un abrazo con lo particular, lo no-universal, lo que no vale para todos, mientras que el discurso del amo, reforzado por su pacto con la ciencia, está bajo el régimen del “para todos”. Lo que produce trauma, es la ferocidad actual de este “para todos” que resulta del matrimonio del amo con la ciencia. Pericoloso sporgersi, está prohibido salirse del “para todos”. El discurso analítico, por el contrario, regido por el no-todo, se centra en existencias que no solo preceden a la esencia, sino que le son antinómicas, y que obligan en consecuencia a una enumeración del uno por uno, mientras que la evaluación del amo toma a los individuos en cantidades, con una medida común. El discurso analítico da un lugar a lo inconmensurable, es decir, al factor a que se intercala siempre en el cálculo. La objeción del objeto induce en el amo una rabia de la que tuvimos recientemente un ejemplo.

He aquí, me parece, el contexto del debate esta tarde.

Jacques-Alain Miller. AME, ECF. Miembro de honor de la ELP. Psicoanalista en París.

ja.miller@orange.fr

* Discurso pronunciado en la jornada de la ECF titulada “Question d’École: Psychanalyse dans la cité”, celebrada en París el 21 de enero de 2017. Texto publicado originalmente en francés en el Hebdo-Blog de l’ECF nº 94, el 29 de enero de 2017. La presente traducción al castellano es de Margarita Álvarez.