Entrevista a Daniel Roy

Realizada por Victoria Vicente*

Para Freud, el período de latencia es un tiempo marcado por el silencio pulsional
por la represión– y esto diferencia los dos tiempos de la sexualidad. ¿Cómo pensar el período de latencia en la actualidad? ¿Ha cambiado su forma? ¿Ha desaparecido?

Su primera pregunta es una invitación a volver al texto freudiano, es decir al deseo de Freud de fundar su nuevo método de tratamiento sobre conceptos con valor científico. Y como Lacan recordará en su Seminario XI, la pulsión es uno de ellos, con el inconsciente, la repetición y la transferencia. Para Freud, la pulsión es “una medida de exigencia de trabajo para la vida psíquica”.[1] Yo diría, con Lacan, que es la tasa de goce sustraído al cuerpo, indexando de manera constante el trabajo de separación que se opera entre el goce del cuerpo y la vida psíquica, que goza por otros medios.

Así, al leer a Freud, es patente que no hay período de latencia en términos de pulsión: ¡El goce no espera cierto número de años! De manera paradójica, lo que Freud designa “período de latencia” es el momento lógico de la formación de síntomas (”asco, pudor, aspiraciones estéticas y morales”[2]) por el hecho mismo de la naturaleza sexual de la pulsión. ¿Cuál es entonces la lógica propia de la pulsión que le asegura, a ojos de Freud, su carácter “sexual”? Reposa por completo en esta separación entre el goce del cuerpo y su inscripción psíquica, en términos significantes. Desde el punto de vista del sujeto, el goce es siempre fallido y su valor no se aborda nunca directamente, sino en dos tiempos, de los cuales el segundo precede al primero: es la lógica del Nachträglich, del après-coup, que está en el corazón de la repetición y constituye este goce Uno del cuerpo como siempre perdido. “Período de latencia” es uno de los nombres dados por Freud a este hecho de estructura, a esta disyunción, tal como ella se registra en el tiempo de la infancia, es decir, en el tiempo en que estas mociones sexuales parciales no están al servicio del ejercicio de la sexualidad tal como ella irrumpirá en el tiempo de la pubertad. En efecto, en ese tiempo ellas tomarán en el après-coup su valor de encuentro traumático con lo sexual.

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