En El porvenir de una ilusión Freud hace del cuerpo uno de los pilares de la religión. En ese texto Freud analiza la religión cristiana como derivación de la tradición judía, para destacar su eficaz contribución a la tarea cultural dado su eminente papel en la restricción de las pulsiones, restricción que viene acompañada de un sistema de ilusiones optativas en cuyo tesoro de representaciones se realizan los deseos humanos. Para ello Dios toma el relevo del padre primitivo, tesis que había planteado previamente en Totem y Tabú y que posteriormente retoma en Moisés y la religión monoteísta. De este modo Freud equipara la religión a la neurosis obsesiva de la colectividad humana.

Sin embargo, hay que señalar que el cuerpo que toma Freud como punto de partida es el cuerpo pulsional, el cuerpo bajo el régimen del significante. Por ello la experiencia mística es un campo cerrado para Freud, tal y como le confiesa en una carta a Romand Rolland. Ese es el mismo límite que encuentra en su interrogación sobre lo femenino, es el non liquet de Freud.

Lacan en el seminario Aún toma las cosas de otra manera al hacer de Dios la otra cara del goce femenino. Formula así una infinitud en el goce del cuerpo que responde a la lógica de lo femenino y no a la de la pulsión, para trazar un arco que arranca del Parménides y se dirige a la teología negativa y la mística. Se trata entonces de dos regímenes del goce del cuerpo, que abren dos campos distintos en la religión, y que desplegamos en el dossier de éste número que conmemora así el 500 aniversario del nacimiento de Teresa de Avila.

Este número, por otro lado, no es ajeno a los recientes acontecimientos ocurridos en Francia, sobre los que tratamos de orientarnos. ¿Asistimos a una forma inesperada del triunfo de la religión, que Lacan anticipó en 1974? Esta forma desviada del islam que emerge en el inicio del siglo XIX según Fethi Benslama, y que parece estar especialmente bien adaptada a la estructura de la no relación sexual, ha irrumpido de la peor manera mostrando una cara desapercibida de la relación entre identificación y pulsión en el núcleo del vínculo social tal y como señala J.A.Miller en el texto que incluimos. Es un tratamiento del cuerpo por la religión que queremos examinar más de cerca, y que ponemos en serie con el hinduismo, la tradición judía, la lengua china y el protestantismo.

Lacan estaba convencido “del triunfo de la verdadera religión, la romana, sobre el psicoanálisis, y sobre muchas otras cosas”, por su capacidad para segregar sentido para ese real que surge como efecto de la desnaturalización que provoca la ciencia…a no ser que el psicoanálisis persevere como síntoma.

Y en efecto, en los testimonios de los AE que incluimos en este número se revela un destino para el cuerpo distinto al que convocan las religiones.