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Tras la caída del muro de Berlín se habló del final de la historia. La tesis de Fukuyama deliraba con un mundo sin más crisis que las derivadas del desarrollo de la ciencia. El campo de lo político quedaba definitivamente despejado para el desarrollo ilimitado de la democracia liberal y la evaluación generalizada de resultados. La idea de un mundo sin real y sin sujeto parecía haber encontrado su expresión política. Sin embargo, tres décadas después, asistimos a una sucesión de crisis en el ordenamiento social, político, económico y religioso, en un nuevo ciclo del capitalismo y los discursos, que afectan al sujeto de modo inédito.

En la Lógica del fantasma Lacan afirmó: “el inconsciente es la política”. Esta frase señala la posición propia del psicoanalista ante las crisis: no se trata tanto de hacer política del inconsciente –¿y cómo, si el psicoanálisis es el reverso de la política? – sino de tomar en serio que el inconsciente de un sujeto está estructuralmente coordinado al discurso del Otro tal y como recuerda J.A.Miller en “Lacan y la política”.1

De modo que el psicoanalista encuentra hoy como ayer las consecuencias de las múltiples crisis del campo simbólico y del desorden en lo real, en el inconsciente y en el cuerpo de los sujetos. Por su parte Lacan recurrió al término crisis en diversas ocasiones, en diferentes contextos: inicialmente en el campo clínico del sujeto, para hablar de la conmoción producida en el síntoma por la irrupción de un real particular: desencadenamiento de Schreber, fobia de Juanito, desenganches del Hombre de los Lobos, pasaje al acto de la Joven Homosexual, trance obsesivo del Hombre de las Ratas, crisis histéricas… O para señalar diversos momentos de articulación entre real, simbólico e imaginario en la constitución de la subjetividad: “crisis fálica”, “crisis del Edipo” y etcétera.

Lacan también tomó las cosas del lado de la “gran crisis revolucionaria de la moral”, de la “crisis de la Universidad”, o de la “crisis del movimiento analítico” ante el encuentro con la repetición.

Jacques Alain Miller resumió de modo preciso en la entrevista que incluimos en este número, todos estos desarrollos: “Hay crisis, en el sentido psicoanalítico cuando el discurso, las palabras, las cifras, los ritos, la rutina, todo el aparato simbólico, se demuestra súbitamente impotente para atemperar un real que hace lo que se le antoja. Una crisis es lo real desencadenado, imposible de dominar”.

Y es que si a finales de los años ochenta cayó el muro de Berlín y con él los pactos que habían limitado tras la segunda guerra el desarrollo salvaje del neoliberalismo, hay un muro que se mantiene inamovible. Este muro es el muro del lenguaje, es el muro que abre una distancia infranqueable sobre lo real. Esta es la dimensión estructural de la crisis, crisis del sujeto, y crisis en la cultura. Lacan nos dio la fórmula misma de la crisis: No hay relación sexual. Y –segundo tiempo de la fórmula- hay, entonces, síntoma, pues cada sujeto hace su síntoma, como hace su crisis a lo largo de un análisis.

¿Y acaso la cuestión del autismo no se presenta hoy como una manifestación crítica, paradigma de nuestra época? Sin duda alguna, y de la manera más aguda y urgente. Desde hace años algunos sectores de la administración pública, y del mundo político sueñan con acabar o con domesticar ese real del que testimonia el autismo. El avance silencioso y autoritario de las reglamentaciones burocráticas y las guías de prácticas clínicas promovidas desde el Ministerio de Sanidad en base a su Estrategia en Salud Mental, pretende excluir de facto la práctica psicoanalítica como opción clínica válida. Es un ejemplo paradigmático de la confluencia entre algunos sectores del mundo universitario, la industria farmacológica, y la ideología cientificista para “resolver” esta nueva crisis en la salud mental, mediante la educación y la medicación. En el dossier autismo que vertebra este número veintisiete encontrará los desarrollos, investigaciones y experiencias clínicas e institucionales de numerosos psicoanalistas que demuestran que el discurso psicoanalítico ofrece al autista una oportunidad de hacer su propia crisis.

Pues bien, alrededor de estos dos temas que se entrecruzan, crisis y autismo, hemos elaborado este número veintisiete de la revista que anticipa dos importantes eventos de la ELP en Barcelona: El once de diciembre, tendrá lugar el Foro Autismo: ¿Insumisos de la educación? Y el doce y trece de diciembre las XIV Jornadas de la ELP: Crisis, ¿qué dicen los psicoanalistas?

En el apartado dedicado a la Escuela encontrarán un epígrafe sobre el Pase, con los testimonios y trabajos de los AE, así como el informe del Cartel D8 para el período 2011-2013 y un epígrafe sobre la XIII Conversación de la Escuela sobre Las elecciones del analista. Dimensión clínica, epistémica y política celebrada en Madrid el día cinco de diciembre de 2014.

El nuevo formato y diseño de la revista El Psicoanálisis busca lectores en la ciudad, sale al encuentro de aquellos que siguen en el lacanismo una orientación en tiempos de una crisis que no cesa. Cada número de la revista incorporará un dossier monográfico que anticipará el trabajo de elaboración tan colectiva como solitaria y singular que los miembros de la Escuela realizamos para tratar de elucidar nuestra práctica y nuestra época.

Para llevar a cabo esta tarea hemos organizado un nuevo equipo de trabajo: un Consejo Asesor, el Consejo de la Escuela, que orienta la temática de cada número. Un Consejo de Redacción que incluye miembros de cada comunidad territorial de la geografía de la ELP. Un amplio Equipo de Colaboradores, que participan del trabajo de edición de los textos y un Equipo de Traductores, que colaboran con las aportaciones provenientes de otras Escuelas y lenguas.

Buena lectura!
Andrés Borderías

1. J.-A. Miller, Lacan et la politique, revista Cités nº16, 2003, PUF.