Gaëtan Gatian de Clérambault, que se describía a sí mismo como un viejo paranoico, se quitó la vida el 17 de noviembre de 1934 en su casa de Malakoff, disparándose en la boca, frente al espejo de su habitación, con su propio revólver. Tenía 62 años. Estaba casi ciego tras una fallida operación de cataratas. Murió solo, soltero y sin hijos, dejando sus bienes y documentos a la beneficencia1.
Su suicidio provocó un escándalo y reavivó virulentas campañas de difamación contra él y su departamento, la enfermería especial de la Prefectura de Policía de París que dirigía2.
Tanto es así que sus amigos pidieron a Joseph Kessel que publicara un homenaje rectificativo3 recordando la ascendencia de Clérambault, emparentado con Descartes, y sus modales de “señor” en «la ciencia, el gusto por la belleza y la valentía de sus actos».
Clérambault tenía motivos suficientes para desear morir. Había perdido la vista, y ya no podía leer ni trabajar. Sufría de una periartritis muy dolorosa. Se caía, solo en casa, y se hacía daño. Finalmente, en la víspera de su muerte, y debido a un error en los carteles informativos, acudió muy poca gente a su lección clínica en el hospital. El día de su muerte redactó un testamento. En él precisaba que solo había una sola y única razón para su acto: ser culpable de robo. El mismo que siempre había acusado a otros de robarle sus ideas, creía haber adquirido un cuadro de Caillebotte, titulado Sur l’eau, en circunstancias dudosas. «Hago el sacrificio de indicar el motivo de mi muerte, para evitar a mis legítimos herederos dificultades inmerecidas”. Así pues, fue un delirio de culpabilidad lo que motivó su acto. La voz de la acusación está ahí, y también el objeto mirada. ¿Es posible identificar en la obra de Clérambault el tratamiento de esta melancolía?
Su obra fue doble: psiquiátrica y estética o estésica, veremos qué significado tiene este término aquí.