Plantear la clínica diferencial por la vía del sueño es un atrevimiento por mi parte, pero no olvidemos que el Congreso de la AMP previsto para el año 2020, que no pudo celebrarse debido a la pandemia, llevaba por título “El sueño, su interpretación y su uso en la cura lacaniana”. Fue una toma de posición de la AMP destinada a recuperar la clínica siempre enigmática de los sueños, para ir a contrapelo de la tendencia actual a que todo sea transparente, a que no haya distancia alguna entre lo público y la intimidad con la que cada uno ha de enfrentarse a su propia extrañeza.

Los sueños son éxtimos, por eso pueden tomarse como el paradigma de una formación del inconsciente susceptible de ser interpretada, pero también como aquello que presentifica lo real irrepresentable bajo la forma de la pesadilla.

En la ultimísima enseñanza vemos como Lacan da un giro que le lleva a dejar de “delirar” con la lingüística para orientarse decididamente hacia lo real, enseñándonos que en el sueño se pueden distinguir dos planos: el que corresponde a la ficción edípica y el que corresponde a la lalengua. Hay una conexión entre ambos, pues a fin de cuentas, si todos en análisis no paramos de hablar de la familia es porque en ella se generó el caldo primordial de la lalengua donde nos sumergimos al nacer.

Por lo tanto, el sueño no es necesariamente una formación del inconsciente a interpretar, lo que inevitablemente conlleva darle sentido. También es aquello que nos conecta con ese real que a cada uno lo marca de una manera singular.

El próximo Congreso de la AMP se celebrará del 22 al 25 de febrero de 2024 bajo el título “Todo el mundo es loco”. Afirmación que forma parte de una frase pronunciada por Lacan en Vincennes y que Miller, en su lectura minuciosa, aisló hasta elevarla a la dignidad del aforismo. Completemos la cita: “Él (Freud) pensó que nada es más que un sueño y que todo el mundo es loco, es decir delirante”. Vemos cómo Lacan pasa del “todo es un sueño de Freud” al todos locos por delirantes.

Efectivamente, todo el mundo delira de una u otra manera para dar sentido a la dimensión trágica de la existencia como ser hablante. No es lo propio del psicoanálisis el uso de la categoría universal, pero se entiende rápidamente si lo formulamos como la falta de inscripción de la relación sexual que supone una “forclusión generalizada”. Ahora bien, de este axioma que funda la orientación psicoanalítica igualando la condición de todos no debería desprenderse un aplanamiento de la clínica diferencial.

En 1978 Lacan da una conferencia en la UNESCO titulada “El sueño de Aristóteles”1 en la que plantea lo siguiente: “En tanto que el analizante sueña, el psicoanalista ha de intervenir. ¿Se trata de despertar al analizante? Este no lo quiere en ninguna caso. Sueña, es decir, mantiene la particularidad de su síntoma ….no tiene la menor sospecha sobre esta verdad que constituye la resistencia en el psicoanálisis”. Efectivamente, el sujeto no quiere ceder el goce que le reporta la particularidad del síntoma. Particularidad que tiene que ver con su estructura clínica (histeria, obsesión, psicosis) que son las diferentes formas de responder al “para todos”, mientras que la singularidad no es relativa al “para todos” sino al goce único que se irá aislando en el análisis a fin de conseguir un saber hacer con lo irreductible.

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