Esta expresión figura en la conclusión del texto Perfección del análisis de Jacques-Alain Miller cuando alude a esa otra luz, a ese otro saber con el que se vuelve posible iluminar un momento tan singular como es el pase, abogando por tomarlo en cuenta para alumbrar la operación analítica, más allá del estrecho margen de dicho pasaje.

Sol negro, un símbolo esotérico que reviste gran alcance en la historia de la civilización, y no debe extrañarnos encontrarlo en nuestros textos de referencia luego de la lectura de las Notas paso a paso de Miller a propósito del Seminario 23, donde nos ilustra acerca del profundo conocimiento de Lacan respecto de estos otros saberes. Confieso que ya me había impactado sobremanera la afirmación de Claude Lanzmann referida a que el sol negro de Auschwitz nos mira, decía, convocándonos a tomar posición.1

Salvando las distancias y ateniéndonos al esclarecimiento del viraje2 desde la posición de analizante a la del analista sobre la que se cernía, en palabras de Lacan, una sombra espesa, se requiere tomar en cuenta una perspectiva no geometral, un n’espace, a fin de ubicar y desentrañar el nudo que enlaza el pase y la Escuela, y que se presenta como una paradoja al reunir estas dos formulaciones: “el psicoanalista se autoriza por sí mismo” y “el discurso analítico no puede sostenerse en uno solo”.3

Precisamente, en ese topos se han precipitado diversos síntomas desde que Lacan ubicara allí la novedad de su Proposición y encontrara, él mismo, tantas reticencias para su aprobación en el seno de la EFP, la Escuela que había fundado.

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