Son numerosas las cuestiones a destacar del libro objeto de esta reseña.

Por un lado, el hecho de abordar un tema de enorme actualidad, que podemos ubicar ya en la línea de nuestro próximo encuentro PIPOL 12: “Abuso y violencia”, al tratarse de las violencias, tal y como nos dice el título, y al estar enmarcadas en un cuadro particular, el de la atención a niños y adolescentes tutelados por la Administración.

Por otro, su enorme riqueza radica en el hecho de ser una elaboración que es fruto de la experiencia durante 25 años de un SAR (Servicio de atención a residencias), el de la Fundació Nou Barris para la Salud Mental, dispositivo de atención a menores tutelados y de orientación a sus referentes.

El objeto de estudio es de una enorme complejidad, al tratarse de niños y adolescentes, con lo que comporta esta etapa particular en la que el cuerpo irrumpe como extraño, pulsional, imperativo, y en la que se va produciendo una separación del universo infantil habitado hasta entonces, que con frecuencia va acompañada de un balance de los daños sufridos. Y no es baladí, siguiendo esta línea, que se trate de sujetos que han asistido a una ruptura de sus lazos familiares y sociales, lo que los ubica en una situación de mayor fragilidad y riesgo.

Sus autores aportan una reflexión seria sobre la violencia en una triple perspectiva: la teórica, la clínica del caso por caso, y la de la práctica de trabajo en red con los equipos de profesionales a cargo, a partir de lo que podríamos ubicar como piedra de base en esta frase de Lacan: “En los confines donde la palabra dimite, empieza el dominio de la violencia que reina ya allí, incluso sin que se la provoque”.1 Ya sea dirigida al otro o al propio sujeto, ésta es tomada como respuesta en cada caso, en tanto emerge frente a aquello que resulta insoportable; en tanto intrusión en el cuerpo del goce que desborda a falta de una traducción posible; en tanto imputación al otro de aquello que no se quiere reconocer de sí mismo; en tanto actualización de la marca de desecho que representó al sujeto en el momento de nacer, etcétera. Como vemos, se trata de versiones que no se contradicen entre sí, y que son fruto de casos concretos tomados uno por uno.

Frente a ello, lejos de tratarse de instituir el acto violento como patrón conductual, la apuesta que nos propone es la de que los profesionales se presten a ser soportes que acompañen al sujeto en la vía de construir nuevas salidas. Es lo que vemos en las viñetas clínicas que a modo de ejemplo acompañan las orientaciones teóricas. Construcciones que solo serán posibles a condición de sintomatizar el acto violento, tomándolo como fenómeno en el que captar su estructura y su lógica. Pero también, de considerar al sujeto como responsable al que acompañar en la creación de nuevas respuestas frente a aquello que les ha tocado en suerte y en desgracia. Y es que se trata de un trabajo que requiere tanto del compromiso del sujeto, consintiendo a realizar una elaboración personal de sus impasses, como de los profesionales que, dóciles a este trabajo, lo acompañen.

En este sentido, más allá del caso por caso, el horizonte de este libro, la meta, es la de proveer de herramientas a los profesionales que ocupan un lugar central en el día a día de estos sujetos.

Así, nos advierte de los riesgos que comportan las mismas instituciones en la vida de estos niños y jóvenes. Y es que el Otro institucional, si bien cubre sus necesidades básicas (techo, alimentos, educación, ocio), y les provee de un marco regulador, puede devenir él mismo violento. Ya sea por tratarlos como cuerpos, como usuarios destinatarios de ayudas prêt-à-porter, lo cierto es que si se deja de lado el abordaje de la subjetividad, si se los sustrae de su lugar de saber, si se los fija a categorías desde las que juzgar sus actos, el riesgo es mayor. Por una parte, las normas institucionales pueden aparecer como caprichosas; las etiquetas, a modo de significantes amo, pueden ser ofertas identificatorias que, fijándolos, los sustraigan de la responsabilidad sobre sus actos. Al fin, se puede tratar no solo de una oportunidad perdida, sino incluso de una nueva experiencia de desamparo.

Ahí, entre estos sujetos y las instituciones que los acogen, los profesionales desempeñan un lugar central, al ser quienes deben hacerse cargo de una función tan compleja como es la de ser los tutores, referentes, soportes, puntos de apoyo en los que se sostienen.

Frente a la soledad del acto que se pone en juego en el ejercicio de su función, la vía que ofrece este libro es la del trabajo en red, y la de la orientación compartida a nivel de los equipos. En este sentido, nos invita a un ejercicio fundamental como disciplina frente al acto violento, que podríamos llamar un: “leer ahí”. Ello comporta ya un modo de tratamiento para el quipo, pero también posibilita que lo sea para aquel en el que irrumpe. Y es que, tomar el acto violento como una pregunta es ya una respuesta en la vía de convertir el malestar en síntoma; de convocar al sujeto a construir nuevas respuestas que los aleje de la repetición.

Se trata de un libro que nos invita a hacer la contra a prejuicios, estigmas, etiquetas con pretensiones de legitimidad científica, sentidos establecidos, y un sinfín de formas de segregación de la subjetividad misma. Y a apostar por “leer”, poniendo en vilo el sentido, huyendo de soluciones únicas, y ofreciendo lugares vacíos de significaciones que permitan hacer aparecer la enunciación.

Así, al tratarse de casos en los que intervienen diferentes equipos, la interlocución entre ellos es una ocasión de convertir las exigencias en la oportunidad de inventar y construir conjuntamente respuestas novedosas (educativas, sociales, clínicas, escolares) a partir de las particularidades propias de cada caso, creando la posibilidad de un nuevo establecimiento del lazo social para estos sujetos. Pero también creando nuevas formas de ejercer, al tomar cada caso como una oportunidad de hacer un trabajo en red, y produciendo, entre todos, soportes de atención para los que este libro puede ser una herramienta esencial.

Ya se lo tome de forma lineal, por capítulos, por temas, tras su lectura deviene un libro al que volver y consultar. Buen trabajo de los autores, que recomendamos verifiquen los lectores.

Laura Canedo, AME. Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Psicoanalista en Barcelona.
l.canedo@copc.cat

Violencias y desamparos. Una práctica colaborativa entre salud mental y educación, Susana Brignoni, Graciela Esebbag y Adolfo Grisales, NED Ediciones, Barcelona, 2022.

 

Nota:

  1. Cf. Lacan, Jacques. “Introducción al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud, Escritos 1, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1988, p. 360.