Publicado en línea en Papers nº 9

A propósito del guante dado vuelta, es muy probable que lo primero que recordemos sea la cita de Jacques Lacan de 1976 en su Seminario 23, cuando se refiere a la relación de Joyce con Nora. Si bien la ubicamos en su última enseñanza, es sorprendente constatar que la referencia al guante figura varias veces en distintos momentos de esa enseñanza.

Efectivamente, en 1966, cuando evoca sus antecedentes y a propósito de la imagen especular, Lacan señala “el uso con fines de apólogo para resumir el desconocimiento […] de la inversión producida en la simetría con relación a un plano”1.

Luego se refiere explícitamente a Kant y el guante. Entonces, conviene citarlo puesto que Lacan no deja de recordarlo cada vez que se refiere al guante. En este párrafo, Kant está en la vía de considerar la representación del espacio como un a priori. Es así que muestra cómo, a pesar de estimar dos cosas completamente iguales, una no puede ser puesta en el lugar de la otra.

¿Qué puede ser más semejante a mi mano o a mi oreja y más igual en todas sus partes que su imagen en el espejo? Y, sin embargo, yo no puedo colocar la mano que se ve en el espejo en el lugar del original: pues si este es una mano derecha, aquella es, en el espejo, una izquierda, y la imagen de la oreja derecha es una izquierda también, que jamás puede ocupar el lugar de la primera. Ahora bien, aquí no existe diferencia interna alguna concebible por cualquier entendimiento, y, no obstante, las diferencias son internas, como enseñan los sentidos; pues la mano izquierda, prescindiendo de toda igualdad y semejanza por ambas partes, no puede ser encerrada dentro de los mismos límites que la derecha (no pueden ser congruentes); el guante de una mano no puede ser usado en la otra. ¿Cuál es, pues, la solución?”2.

Volverlo del revés, dar vuelta al guante -dice Lacan- hubiera resuelto la suspensión en que se mantuvo una estética. Esa operación es la que apelará a una nueva geometría. No es de extrañar entonces que las citas de Lacan referentes al guante pondrán de relieve la imagen, el registro imaginario y también el cuerpo.

Procedamos entonces a leer la cita de 1976 para luego, retroactivamente, tratar de entender la que figura en su Seminario 6 a propósito del análisis que Ella Sharpe hace de un sueño.

Esta geometría a propósito del guante

Surge de todo este recorrido que, en suma, todo lo que subsiste de la relación sexual es esta geometría a la que aludimos a propósito del guante. Es todo lo que le queda a la especie humana de sostén para la relación”3.

Entonces, veamos resumidamente ese recorrido que figura en poco más de dos páginas. Arranca con el comentario de la relación de Joyce con Nora y dice que es curiosa, extraña, “es una relación sexual, aunque sostenga que no la hay”. Joyce considera que ella le va como un guante. Sí, el guante dado vuelta es Nora. Lacan alude a la objeción del botón, y así adelanta lo que poco después sostendrá: el objeto como obstáculo “a la expansión de lo imaginario concéntrico, es decir, englobante”. Esa expansión responde a lo centrífugo de la mirada, la visión instantánea -incluso la intuición- que lo constituye como espacio imaginario. No hay espacio real, “construcción puramente verbal”.

Jacques-Alain Miller comenta esta cita diciendo: “Formula entonces que todo lo que subsiste de la relación sexual en la soledad del parlêtre es la geometría del guante dado vuelta, es decir, de lo que no es del orden del espacio concéntrico instantáneo de la visión4. Aquí hay que subrayar, “la soledad del parlêtre” puesto que ahora, en esta geometría, está cuestionado el lugar del Otro. ¿Qué pasa entonces con esa alteridad que objetaba la relación sexual? J.-A. Miller precisa que se trata más bien de descubrir bajo qué condición precaria se acomoda “una alteridad interna a la estructura tripartita o cuatripartita del parlêtre”. Resaltemos entonces que la alteridad se vuelve interna al parlêtre. La alteridad que una mujer pone en juego ¿cómo subsiste? ¿Cómo se acomoda o incomoda? Es ésta la cuestión clínica que se plantea singularmente en cada caso.

Para Joyce está claro que al respecto, Nora no resulta una mujer incómoda puesto que “le va como un guante”. Lacan precisa algo más: “No solamente es preciso que le vaya como un guante, sino también que le ajuste [serre] como un guante. Ella no sirve [sert] absolutamente para nada”5. Por lo tanto, podemos inferir que lo que sí sirve es el “ajuste”. Para alguien que manifiesta un “abandono” del cuerpo, podemos inferir que el guante que lo envuelve tiene la función de ceñir. Allí reside el sostén de la relación. Y me parece que es preciso diferenciarlo del trabajo de escritura con el que Joyce construye su ego, eso con lo que repara el lapsus del nudo. También allí, Nora no sirve para nada.

La imagen central que captura toda la manifestación sexual

Vayamos entonces a otro caso donde Lacan se refiere al guante vuelto del revés. Como adelanté, figura en el Seminario 6, a propósito del sueño analizado por Ella Sharpe. Es preciso tener en cuenta que en este seminario de 1958-59 se trata fundamentalmente del fantasma. Aquí Lacan llama fantasma a la relación sujeto-objeto en el deseo inconsciente.

Al respecto, hace una interesante distinción al confrontar el fantasma con el sueño. En el fantasma la acentuación recae sobre el sujeto. En el caso, por ejemplo, el sujeto ladra como un perro y así se anuncia como otro. En el sueño, lo que se pone en juego se refiere al objeto y lo que tenemos es una imagen. Precisamente, Lacan hablará del guante dado vuelta en el análisis de una imagen prevalente del sueño.

El texto del sueño describe así esa imagen: “El sueño está muy vívido en mi mente. No hubo orgasmo. Recuerdo que su vagina me apretaba el dedo. Veo sus genitales de frente, el extremo de la vulva. Algo grande y sobresaliente colgaba hacia abajo como un pliego en una capucha. Tenía forma de capuchón y eso era lo que la mujer usaba en sus maniobras para conseguir mi pene. La vagina parecía cerrarse alrededor de mi dedo. La capucha parecía extraña”6.

Es preciso señalar que este trozo del relato del sueño viene precedido de un equívoco del paciente. Se refiere al uso del verbo to masturbate que en inglés es intransitivo. El equívoco consiste en decir que “la masturba”. Eso indica a Lacan que en la imagen está en juego “una estrecha relación de un elemento macho con uno hembra, capturados en una suerte de envoltura”7. Ello se confirma por asociaciones que vienen luego y permiten dar cuenta del fantasma.

Pero detengámonos en esta imagen para señalar lo que Lacan inmediatamente comenta: “No quiero decir que el sujeto esté meramente capturado, contenido en el otro, sino que, en la medida en que la masturba, él se masturba, pero asimismo no se masturba. En pocas palabras, la imagen fundamental que el sueño aquí presentifica es la de una suerte de guante dado vuelta, una especie de vaina”8.

Reconocemos así, retroactivamente, “la geometría del guante”, incluso la alteridad interna entre “se masturba” y “la masturba”, “el elemento macho” y “el elemento hembra”.

Podemos aventurarnos un poco más. ¿Qué ajusta el guante? El paciente dice que el dedo. ¿No es curioso que en todo el sueño, como advierte Lacan, hay un cierto juego de prestidigitación acerca del falo? ¿El falo, dónde está? El falo lo tiene la dama y es lo que este sujeto no pone en riesgo. En la imagen del sueño está también presente en esa “vagina prolapsada”. Con gran agudeza, Lacan detecta algo que mereció la atención de Ella Sharpe: que Mr. Robert -el paciente- que tiene problemas en su profesión de abogado, no es por fracasar. Al contrario, que algo lo detiene frente a la posibilidad de éxito, de que realce sus capacidades. La omnipotencia está del lado de las damas, incluida la analista. Y es preciso que de este lado, nada deba cambiar.

Si seguimos con Lacan las asociaciones del paciente veremos cómo se desliza la imagen de la capucha y la envoltura: la extraña caverna, la bolsa del golf, la capota del automóvil, etc., para llegar a aquella de la pareja real detenida dentro del coche. Pero aquí ya estamos en la escena del fantasma. Lacan refiriéndose al momento en que rey y reina van a quedar atascados y envueltos por la cubierta del automóvil, dice que “se encontrarán en la misma posición en que antaño hemos escuchado resonar la risa de los olímpicos. Y el sujeto, en la de Vulcano que apresa a Marte y a Venus en la trampa de una red común”9. En su “Marginalia…” de este Seminario, Jaques-Alain Miller evoca un cuadro de este episodio narrado en la Odisea. Es “Marte y Venus atrapados en la red de Vulcano” que está en el Kunsthistorisches Museum de Viena10.

La pareja atrapada en la red, Vulcano dando a ver, los dioses inmortales asisten riendo a la comedia del falo. Pero aquí hemos abandonado la geometría del guante dado vuelta, aquí estamos en el registro de la expansión de lo imaginario englobante.

Estela Paskvan. AME. AE (2002-2005) Psicoanalista en Barcelona. Miembro de la ELP, de la EOL y de la AMP

epaskvan@gmail.com

1Lacan, J., De nuestros antecedentes en Escritos 1, Siglo XXI, Méjico 1989, pág. 64.

2Kant E., Prolegómenos a toda metafísica del porvenir. Ed. Aguilar, Buenos Aires, 1959, pág. 85.

3Lacan J., Seminario 23. El sinthome. Buenos Aires, Paidós, 2006, pág.83.

4Miller J.-A., El ultimísimo Lacan. Buenos Aires, Paidós, 2012, pág.115.

5Lacan, J., Seminario 23, op.cit., pág.82.

6 Sharpe, E., El análisis de los sueños: Manual práctico para psicoanalistas, Ediciones Hormé, Buenos Aires, 1964, pág. 5.

7 Lacan J., Seminario 6, El deseo y su interpretación, Paidós, Buenos Aires ,2014, pág. 208.

8 Ibíd.: pág. 209.

9 Ibíd.: pág. 255.