El descubrimiento del inconsciente y la invención del psicoanálisis, por parte de Freud, agujereó los discursos que lo precedieron. Lacan habló de “acontecimiento Freud” ocupándose de transmitir sus coordenadas, al mismo tiempo que renovó el psicoanálisis para ponerlo a las puertas del siglo XXI.

Jacques-Alain Miller orienta y ordena esa enseñanza, en diferentes paradigmas, ubicando un punto de inflexión en lo que denominará “la ultimísima enseñanza de Lacan”, a partir del capítulo 9 del Seminario 23, El Sinthome, llamado “De lo inconsciente a lo real”19. Una inflexión a partir de la cual dicta los últimos seminarios (inéditos).

El capítulo IX trata de una clase en dos partes. En la primera expone algunos temas novedosos y en la segunda dialoga con las preguntas que le hacen. Allí Lacan afirma lo siguiente: “Yo inventé lo que se escribe como lo real”20. Es decir, Inventó la escritura de lo real, como un acto, asignando ese nombre a uno de los tres redondeles de cuerda. La conceptualización de los tres registros –imaginario, simbólico y real- es anterior, pero su ubicación en la cadena borronea le da un estatuto diferente que explora y desarrolla a partir de los años setenta.

Las consecuencias clínicas y prácticas de la cadena borromea no son fácilmente pensables, ni imaginables, es un mero tipo de idea que se basa en la disyunción de lo simbólico y lo imaginario. Al mismo tiempo, el nudo borromeo solo existe y se sostiene si cada uno de los tres redondeles se considera como extranjero a cada uno de los otros dos.

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