Mónica Unterberger

Quiero agradecer a las directoras de las Jornadas la invitación a participar en esta mesa plenaria y tener la oportunidad de compartir una reflexión acerca de la clínica del deseo, en un tiempo, ya anticipado por Lacan, donde hay que hacer frente a la subida a escena de lo real.

Un desafío al que el esclarecimiento de la última enseñanza de Lacan por parte de Jacques-Alain Miller ha contribuido de manera especial, advirtiéndonos del temblor que, sobre los conceptos establecidos, ésta producía. A pesar de ello, “hay psicoanálisis y opera”.[1]

El título de las Jornadas, toca algo en ese querer no desear y desear no querer —que los distintos testimonios han tocado de una manera luminosa—, que aunque es lo mismo, “en tanto se trata del deseo”,como señala Lacan en el Seminario 11, indica la vacilación a la que conduce al sujeto, mientras el cuerpo se va solo y lo encontramos cuando no puede más.

Una clínica del deseo entonces, para hacer objeción al goce.

El deseo, viene del Otro, de sus relaciones con el Otro, está hecho de sentido, letra, y de ese Uno, como última estación ante lo real, según una precisa fórmula de Miller. Además, está bien conectado a lo real por el objeto que lo causa.

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