Texto de Eugenio Díaz

La expresión “yo llego allí”,[1] puede leerse como la fórmula mínima de decir qué es un acto en tanto que un acto no puede decirse que lo es, sin sus consecuencias.*

En este sentido, este yo llego allí” tiene utilidad como separación de las aguas entre hacer, actividad y acción, o acting-out, pasaje al acto y acto. Y aún, puede servir para dar algunas claves de la diferencia entre acto y acto analítico, entendido éste como lo que se deriva de la función lógica que es el deseo del analista, puesto que “para Lacan el deseo del analista consiste en llevar al ser como inconsciente, al estado de realización”.[2] Si bien, nos recuerda Miller, el deseo del analista no es la última palabra de Lacan “sobre la posición del analista cuando se confronta al ‘hay Uno’”.[3]

Trabajar estas distinciones tiene consecuencias en la clínica, es decir, en la dirección de la cura y en el final de un análisis.

Entonces me propongo, a partir de tal expresión, hacer algunas precisiones para ubicar acto y acto analítico en la lógica analizante (que es la que está concernida en un análisis, en el Pase y en el ultrapase), sabiendo que en el momento de la verdad, como se dice, el sujeto está solo.

La soledad es punto de partida de lo que entendemos por acto, en tanto lo que de ese solo en el momento de la verdad se derive, determinará si algo lo es (un acto), si es un acting-out, o un nuevo impasse, que requiera de un pase, si se está dispuesto.

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