Contemplad, qué activo sigue siendo,

qué bien se conserva

en nuestro siglo el odio.

Con qué ligereza afronta grandes obstáculos.

Qué fácil para él saltar, atrapar.

No es como otros sentimientos.

Es más viejo y más joven que ellos al mismo tiempo.

Él mismo crea razones,

que lo despiertan a la vida.

Si se queda dormido, no es nunca el suyo un sueño eterno.

El insomnio no le quita fuerza, antes se la da.

Con religión o sin ella,

lo importante es arrodillarse en la salida.

Con patria o sin ella,

lo importante es lanzarse a correr.

Para empezar no está mal eso de la justicia.

Después ya corre solo.

¡Odio! ¡Odio!

Su rostro lo desfigura una mueca

de éxtasis amoroso.

¡Ay estos otros sentimientos,

enclenques e indolentes!

José Agustín Goytisolo