Texto de Dominique Holvoet

A la cuestión de saber si el concepto de transferencia conviene rigurosamente en relación al autismo, ¡respondo sí, sin vacilación!* Pienso primero en Lacan y en el uso que propone para su invención del objeto que designa con una simple letra, pequeño a. Hace uso de él en cualquier estructura subjetiva.

Pienso luego en este niño que, giranado en mi consulta en presencia de sus padres en el momento de su admisión en Le Courtil, toma mi grapadora [agrafeuse] y profiere este neologismo extraño ¡agrafou! repitiéndolo varias veces con satisfacción. Juntar así en una palabra la grapa [agrafe] y el loco [fou] en este momento inaugural de su entrada en Le Courtil, me sobrecogió. Nadie sabe el alcance de este significante, lanzado a cualquiera que lo escuche, para aquel niño. Lo cierto es que cogió un objeto mostrándomelo ostensiblemente y pronunciando esta palabra que no tenía otro destinatario que lo que nombro aquí como “nadie en particular” [“à la cantonade”], es decir, que se dirige a cualquiera, incluido el niño mismo que se escucha proferirlo. Por otra parte él se lo repite como un objeto reproducido cada vez, en otras palabras, nunca producido. Es el objeto-tachadura del sujeto que vuelve sin cesar para ser producido sin llegar a serlo, sin alcanzar al no-ser del objeto perdido, por lo tanto simbolizable.

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