Texto de Juan Carlos Tazedjián

¿Qué ha sido de las neurosis? ¿Ya no las hay en el siglo XXI? Que las hayan borrado de las últimas ediciones del DSM, ¿quiere decir que han desaparecido también de nuestras consultas? ¿Es que han pasado de moda? ¿Ya no tratamos neuróticos? ¿La declinación del Nombre-del-Padre las ha convertido en piezas de museo? ¿”Posmoderno” puede ser entendido también como “posneurótico”? Si así fuera, la frase lacaniana tan de moda, “Todo el mundo es loco”,[1] podría ser leída –en el mejor de los casos– como “Todo el mundo es psicótico, salvo algunos perversos”.

El corte que la medicina moderna produce respecto a la tradición galénica, con la noción de “enfermedad nerviosa”, inspira en 1769 al holandés William Cullen –miembro destacado de la escuela médica de Edimburgo– el neologismo “neurosis”. Sus inmediatos antecesores habían clasificado las enfermedades nerviosas en “histeria”, propiamente dicha, para las mujeres, e “hipocondría”, para los hombres. Esto permite ver cómo ciento cincuenta años antes de Freud, cuando se trataba de “los nervios”, la sexualidad tenía algo que ver. Eso del género no se había inventado aún.

Cullen (influido por la nosotaxia more botanico, que se aplicaba al clasificar y subclasificar las enfermedades en complicados sistemas de “clases”, “familias”, “géneros” y “especies”) amplió el número de especies morbosas bautizadas por él como neurosis.

“El concepto de neurosis ha sido una noción problemática e incómoda en diversos contextos históricos. Su trayectoria durante el siglo XX partió de la situación planteada por los estudios de Jean Martin Charcot acerca de la histeria y, sobre todo, por la obra de Sigmund Freud. El peculiar carácter problemático que dicho concepto ha tenido desde entonces, se debe principalmente a que ha servido de terreno de enfrentamiento entre la mentalidad científico-natural agregada a la medicina y las distintas tendencias del psicoanálisis y la psicología psicosomática. Ello ha motivado numerosos intentos de revisión del concepto y de crítica de sus fundamentos, con el fin de ofrecer una nueva formulación del mismo o, por el contrario, para proponer su eliminación”.[2]

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