Adele Succetti

Hablaré de mi experiencia como psicoterapeuta en un departamento hospitalario que se ocupa de trastornos alimentarios –anorexia, bulimia y obesidad– y otras disfunciones alimentarias debidas a patologías médicas.* El departamento está considerado un centro de excelencia en toda Italia, activo desde hace años, que provee terapias médico-nutricionales, cognitivas-conductuales, ocupacionales y psicológicas de diverso tipo. En este ambiente de “nutrición médica”, el tratamiento principal es la comida, que se reintroduce de manera gradual, incluso por gramos. A esto se le agregan entrevistas con los médicos, los dietistas, el psiquiatra y, por último, los psicoterapeutas. La derivación al psicoterapeuta la deciden el psiquiatra o los médicos, casi nunca sucede como pedido de los pacientes quienes, de hecho, se dirigen a la institución para tratar sus trastornos alimentarios con más comida regulada por el Otro. De todos modos, el recorrido psicoterapéutico –salvo en los casos más difíciles– tiene un tiempo estipulado que se limita a unas quince sesiones.

La institución produce transferencia a partir del saber sobre el objeto comida (que funciona también como significante amo bajo la forma de “nutrición clínica”), y de su experiencia con el “goce” ligado a los trastornos alimentarios. Quien alcanza esta balsa de náufrago –como decía Lacan[1]–, llega a la que, a menudo, representa la última playa, la última oportunidad, después de muchas tentativas de cura que no han dado buen resultado; y cuando arriba es identificada como anoréxica, como bulímica o como obesa. Al ocuparse de casos graves, la institución ha aprendido de sus pacientes a dar un lugar a la particularidad subjetiva, o bien, dentro de lo posible, al tiempo necesario para el tratamiento en cada caso. Por lo tanto, la institución tiene agujeros que me han permitido crear –en el seno del discurso médico-nutricional– un espacio para el encuentro con eso que Miquel Bassols llama un “analizante experimentado”.[2] Entonces, ¿cómo aflojar el lazo entre el significante amo y el objeto? ¿Cómo producir un poco de angustia cuando toda la práctica anoréxica sirve para protegerse de la misma?

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